Gestiones y más gestiones. Llevadas a cabo, todas, dentro del ascensor que abre sus puertas para permitirle salir y –de inmediato- entrar, al arquitecto Martínez.
Sin ninguna duda, ella está usando una peluca; el cirujano la está asesorando, como quien trabaja con un serrucho.
¿A qué se deben las gestiones, en el ascensor, del arquitecto Martínez? La película que tiene como tema a la peluca, es la consecuencia, desastrosa –la desastrosa consecuencia-, de esa operación a la que fue sometida la futura viuda del arquitecto Martínez.
¿Ella es boliviana, millonaria, y anciana?. Algo de eso se dice sobre la futura viuda del arquitecto.
Pero, por lo menos, ahora, lo que está sucediendo es lo inconsolable. Lo inconsolable de la señora.
El cirujano, inconsolable también, intensamente la asiste, y esto con el sólo propósito de hacerla olvidar esa fílmica operación -¿en el cine, cuántas lunetas estaban ocupadas?-, producto de un guión que, entre otras cosas, se propuso darle vida a una peluca amarilla.
¡Se quiere Prólogo más tremendo!
Lorenzo García Vega
Tuesday, August 24, 2010
UN PROLOGO ADMIRABLE
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