¿Y qué estamos haciendo aquí?

Pues no se sabe bien, pero resulta que al escritor Lorenzo García Vega le ha dado por intentar una novela conmigo, una estudiante graduada quien intenta, entre otras cosas, escribir una tesis sobre la vida y la obra de este señor que ahora es mi amigo. Lo que irá apareciendo aquí es, en palabras de Lorenzo: "un zuihitsu en el que fuéramos relatando, a la manera de un diario en email, el relato de nuestra relación (una relación establecida por motivo de una tesis, pero donde, lo que estaría, fuera el invento que haríamos, tú y yo, de nuestro pasado y de nosotros mismos, como dos personajes de generaciones distintas que tratan de encontrarse, inventándose."

Tuesday, August 24, 2010

UN PROLOGO ADMIRABLE





Gestiones y más gestiones. Llevadas a cabo, todas, dentro del ascensor que abre sus puertas para permitirle salir y –de inmediato- entrar, al arquitecto Martínez. 

Sin ninguna duda, ella está usando una peluca; el cirujano la está asesorando, como quien trabaja con un serrucho. 

 ¿A qué se deben las gestiones, en el ascensor, del arquitecto Martínez? La película que tiene como tema a la peluca, es la consecuencia, desastrosa –la desastrosa consecuencia-, de esa operación a la que fue sometida la futura viuda del arquitecto Martínez. 

¿Ella es boliviana, millonaria, y anciana?. Algo de eso se dice sobre la futura viuda del arquitecto. 

Pero, por lo menos, ahora, lo que está sucediendo es lo inconsolable. Lo inconsolable de la señora. 
El cirujano, inconsolable también, intensamente la asiste, y esto con el sólo propósito de hacerla olvidar esa fílmica operación -¿en el cine, cuántas lunetas estaban ocupadas?-, producto de un guión que, entre otras cosas, se propuso darle vida a una peluca amarilla.
¡Se quiere Prólogo más tremendo!


Lorenzo García Vega

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