¿Y qué estamos haciendo aquí?

Pues no se sabe bien, pero resulta que al escritor Lorenzo García Vega le ha dado por intentar una novela conmigo, una estudiante graduada quien intenta, entre otras cosas, escribir una tesis sobre la vida y la obra de este señor que ahora es mi amigo. Lo que irá apareciendo aquí es, en palabras de Lorenzo: "un zuihitsu en el que fuéramos relatando, a la manera de un diario en email, el relato de nuestra relación (una relación establecida por motivo de una tesis, pero donde, lo que estaría, fuera el invento que haríamos, tú y yo, de nuestro pasado y de nosotros mismos, como dos personajes de generaciones distintas que tratan de encontrarse, inventándose."

Wednesday, August 4, 2010

En gris

¿Cuál es el grafiti que pudiera pintar, para así aliviar mi vejez? ¿Pintaría a un viejo que colgara -¿qué colgara desde cuál lugar?- , pero sin que pretendiera ahorcarse?.
Pero, lo primero que tendría que hacer –pienso en el hundimiento del Titanic-, sería aprender a dibujar. Pero yo siempre he sido inhábil.

Una cabeza redonda dando vueltas, y un aparato de vídeos. (También podría soñar con una muñeca rota, debajo del agua). Pues el viejo personaje que he inventado, estaría en el Home que le voy inventando, y esto para sugerir una angustias azul, muy parecida a una lechada.

Pues el muñeco – con la cultura de un gato, metida en un baúl- dijo sobre el elefante fálico; verde que se derrama en gotas que bailan al mediodía.

(Yo estoy inventando la fabricación de un minicuento, y esto cuando vuelvo, y vuelvo, a pensar en el refrigerador).

Y es que, al estar orinando en rojo –soy diabético-, al lado de una pila barroca, no creo que vayamos a resucitar. Nos morimos, y más nada. Pues aquel redondel móvil, sucio, por donde resbalaba el agua de lluvia.

El agua de lluvia caía sobre las maderas rotas. Así como, el hombre que orina rojo –rojo de color, no de sangre-, también se golpea la cabeza contra la pared.
No creo que… También tuve en el Publix, conduciendo un carrito de supermercado, una bonita experiencia de escritor no-escritor.

O sea, lo que quiero decir es que, todo el pasado de uno, puede estar coleccionado en el acordeón que había sobre un pequeño columpio (también amarillo, y también perteneciente a mi niñez).

Pero, ¿cómo volverlo a encontrar? Hay un colectivo de idioteces, pero esto es, ya, otro tema.

Y, para terminar, anoche a las 5 de la mañana, desperté y me levanté para ir a orinar.
Un acróbata sobre un caballo de madera. ¿Realmente era así?
Lo que primaba era el gris. Visión en gris, cubierta por una capa gris.
Me dije, mientras orinaba: ¡Dioclesiano!. Pues muchas veces me digo este nombre, y no sé por qué lo digo.
Pero, repito, el color gris es lo principal de todo lo que estoy diciendo.

Lorenzo García Vega

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