Desciendo de un auto. Al descender veo que,
frente a mí, está la puerta de un auto. Puerta que también puede ser una casa
(?), o la simulación de una casa. ¿Una casa, detrás de la puerta del auto? No
entiendo, no podré entender. La puerta se extiende. Se convierte en una
vidriera. Refleja, el cristal de la vidriera, una hermosa sombra. Esa
sombra –sombra hecha como con cristales- está en un lugar de antes, en una
ciudad. ¿Es que yo, en mi juventud, soñé con poder llegar a un lugar con
cristales y sombras? ¿Es que yo, hace muchos años, estuve donde había un
alucinante cristal, lleno de sombras? Y en el sueño anterior, cuando luché con
forro y zipper, había como unos gotas sombrías. Pero lo extraño del asunto es
que esas gotas sombrías (¿gotas como de cristal negro?), vuelven a aparecer en
este sueño, tal como si fueran la atmósfera que rodea a la puerta. Me
relato un número 4, y esto me despierta el deseo de una figura geométrica de
color lila. – Explicar esto, en un minicuento. “El bloguista, en realidad, es
un mártir cotidiano”, parece que ha dicho Fernando Arrabal. Y, por último, sé
que me gustaría escribir un minicuento donde se encontrase una bicicleta dentro
de un cementerio viejo. Este cuento lo titularía “El castrado que subió la
torre”. Lorenzo García Vega
Wednesday, August 11, 2010
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