Lluvia no cae. Nada rebota sobre el suelo, hace algún tiempo ya. Lo seco como una tortura. Lo seco, si se mezcla con lo amarillento (que es como lo amarillo, pero más halado) produce un sueño muy pesado. Quizás es eso lo que me está pasando ahora. Lo amarillento sentado sobre mis párpados.
El café hace burbujas de colores. Esto ya lo dije antes. Arco iris de café, quemándome la garganta. Hoy he pensado en la posibilidad de usar lentes. Pero el doctor de los ojos sigue diciendo lo mismo: que no, que estoy bien, que mis ojos oscuros ven todo muy claro, que estoy cansada, que no lea tanto. El doctor dice. Yo asiento, miro mi reflejo en sus gafas.
Voy a a casa. Escribo, o trato de hacerlo. Hace algunos días que no puedo. Me he cansado de las palabras. Y lo amarillento de afuera te deja la boca seca.
¿Cuánto azul puede haber en unos ojos? Sus ojos hoy, frente a lo amarillento traspasando la ventana, estaban más azules que de costumbre. Casi daban miedo esos ojos.
Hoy no ha pasado mucho, pero eso ya es algo. ¿Me sigues? Estoy queriendo que no pasen cosas. Agotamiento. Exceso de lo amarillento cansando mis pupilas. Mañana puede que vuelva a donde el doctor de los ojos.
Si se mira bien la cosa, no hay de qué quejarse.
Margarita Pintado
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