¿Y qué estamos haciendo aquí?

Pues no se sabe bien, pero resulta que al escritor Lorenzo García Vega le ha dado por intentar una novela conmigo, una estudiante graduada quien intenta, entre otras cosas, escribir una tesis sobre la vida y la obra de este señor que ahora es mi amigo. Lo que irá apareciendo aquí es, en palabras de Lorenzo: "un zuihitsu en el que fuéramos relatando, a la manera de un diario en email, el relato de nuestra relación (una relación establecida por motivo de una tesis, pero donde, lo que estaría, fuera el invento que haríamos, tú y yo, de nuestro pasado y de nosotros mismos, como dos personajes de generaciones distintas que tratan de encontrarse, inventándose."

Thursday, August 26, 2010

Un niño del pasado


Debido a un accidente -probablemente a un terremoto-, el ha terminado siendo esclavo
Al acabar de leer lo anterior, el Lector puede estar seguro de que algunos están trabajando con la arena (¿con la arena del patio?).
El fondo de todo esto -algo, sin duda, semejante a un todo- es el mismo fondo que pudo tener la casa de una abuela, en un pueblo de campo.
Así que lo fractal irrumpe. Hay unas anotaciones, fractales, que hay que descifrar.
(Mi ombligo crece, a medida que me crece la angustia. Sin duda).
Pues lo primero que habrá que contar es que, entrar en un túnel (ya se sabe: es el túnel de toda mi vida), sólo se puede llevar a cabo a través de lo fractal de un texto. 
El que no entiende es porque es muy bruto. Y, ya se sabe, casi todo el mundo es muy bruto.
Pero lo peor no ha sido sólo eso. Lo peor ha venido después.
Molestado entonces por...Molestado por un niño que sucedió hace muchos años. Estaba gritando, o algo así. Yo estaba bañándome. Lo quise detener, quise que se callara. Lo menos que podía hacer ese niño del pasado era callarse. Lo menos.Y entonces, ¡qué terror!, volvió el futuro. Ese futuro, contenido en todos los momentos de mi pasado, que desde hace tanto tiempo estoy teniendo dentro de mí. 

La inminencia de la embolia que ya una vez tuve. Mi futuro. Y empecé con esa trabazón con las palabras, mi lengua que se enredaba. Pero ¿para qué seguir? Yo no tengo por qué seguir. Seguir no me está permitido.

Lorenzo García Vega

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