¿Y qué estamos haciendo aquí?

Pues no se sabe bien, pero resulta que al escritor Lorenzo García Vega le ha dado por intentar una novela conmigo, una estudiante graduada quien intenta, entre otras cosas, escribir una tesis sobre la vida y la obra de este señor que ahora es mi amigo. Lo que irá apareciendo aquí es, en palabras de Lorenzo: "un zuihitsu en el que fuéramos relatando, a la manera de un diario en email, el relato de nuestra relación (una relación establecida por motivo de una tesis, pero donde, lo que estaría, fuera el invento que haríamos, tú y yo, de nuestro pasado y de nosotros mismos, como dos personajes de generaciones distintas que tratan de encontrarse, inventándose."

Saturday, October 30, 2010


-Diría que "plasmar" tendría un secreto significado para el dibujante. Por lo pronto, plasmar significaría el hecho de poder empapar el dedo en una tinta blanca. ¿Y esto? Esto para, después, simular la cabeza que se desprendería de un pozo hecho de líneas. Pero sería, el principal sueño del dibujante, una serie donde estarían los detalles del ahorcamiento de un niño. 

-Siluetear -si es que supiera siluetear- un tormento que se pareciera a un gallo, a un gallo que se pareciera a una tarde, a un gallo que se pareciera a una tarde que se pareciera al gascar que entraba en el Paradero de Jagüey Grande. Y esto, como que se desprendería de una hoja tirada en un sucio charco del patio. Pero ¿dónde se encontraría esa hoja?  

-¿Cuál sería el concepto visual que correspondiera a esta tarde de viernes que es hoy? 

- Perros devorando ancianos. Me gustaría que apareciera este titular en el peiódico. 

-En la pared de papel, los signos de una comprensión fantasma. 
Así el que se levanta y, sin saber cómo. levanta signos (esto en la pared).
Los signos, pasado el tiempo, presagian la ciudad. 
La ciudad la levantará un viejo.
El viejo sueña con Murga, el lugar que nunca vio. 
El viejo espera que, un día, la ciudad tenga un sentido. 

-Césped. Bolas instaladas sobre la hierba. Un pequeño charco, negro, se infla, se desinfla. Orco es una palabra que está sobre el césped. También está la palabra Darío. 

- "Esta mandarina (...)- La he pelado como se desnuda a una mujer". Dijo en una carta Jorge Guillén. ¿Actualmente habrá alguien que pueda entender esto? Sería interesante, en un Taller literario, proponer esa mandarina-mujer desnuda, para ver lo que se podría hacer con ella.



Lorenzo García Vega

Thursday, October 28, 2010


El insistente ruido de un martillo -eso es el pájaro
blanco con la bocina amarilla-, la sospecha de los días que
no contienen nada. 
 

Un ruido que no significa, ¿qué quiero decir? Por ejemplo, para explicarlo diría sobre 2 alitas, o sobre la vela negra de la que podría partir un insecto.
 

Lugar, entonces, donde un mapa podría contener un lechoso buzón -lo crema: fondo que podría relacionarse con una historia del ruido.Pero ¿ es que el ruido puede contener algún relato? (el sin sentido, obsesionante, de un negro pedazo -un sin
sentido, repito, que me obsesionaría).
 
Después que se pasa la página principal, la página principal es blanca. Blanca, y tiene que ver con el ruido. Pero el ruido no contiene nada.
 
Es, para intentar explicarlo, un gato de papel -apenas existe este gato de papel- dentro de un cuadro crema (pero,repito, no tiene que ver con nada).
 
Por lo que, al extendernos, 2 verticales minuteros caben dentro de una cajita (yo he buscado, bajo el sol del mediodía hacia Murga, ese lugar en donde nunca estuve).
 
Pero ¿por qué, donde sólo hay un color, había un muro?
 
¿Por qué un muro, un muro que no acaba de existir? Dos pequeñas manchas de agua, en una cartulina. Y ¿ no es que uno pudiera retroceder, y retroceder, dentro
de sí mismo? 
 
(Los libros que podrían aparecer. Pero, esto ya es otra historia).
  

Así que lo ocre estuvo por ser descubierto. Esto, cuando yo iba hasta el lugar -un solar yermo- donde estaba tirada una colchoneta vieja.


Lorenzo García Vega

Algún poeta idota podría decir que ha llegado la hora Zen. Pero esto,¿a quién carajo le podría interesar?
Hubo una vez un avión, la noche del día en que yo nací. 

Lorenzo García Vega

Wednesday, October 27, 2010

APARECE AL FINAL EL PINTOR ARTURO

Es como si, bajándose de un tranvía, frente a mi casa, desciende la imposible vieja.

Una vieja adventista, o evangélica. ¡Un horror! Su pelo, amarillo-negro, parece forrado -¿forrado?- como de una sustancia procedente de un vitral horrendo.  

La vieja, como un bólido, se coló en la casa; dispuesta a predicar el evangelio de Jesús.  

Yo, a como pude, me desperté, Corriendo me fui hasta el baño, a orinar. ¡Oriné que fue un contento!

Me acordé, o me inventé, una habitación de la cual no se podría salir.  

O giré, y giré, alrededor de la "dificultad"; y esto, para encontrar el pasaje que me serviría para el viaje en tren.

La vieja, adventista o evangélica, repito que era horrible.  

También estuvieron las letras de otro sueño. las letras que decían: SE HAN DORADO LAS BASES SOCIALES.

Y fue, entonces, cuando aparecieron las visiones del pintor Arturo Rodríguez, que a continuación se muestran:


                            


 
Texto: Lorenzo García Vega
Imágenes: Arturo Rodríguez

EXTENDER EL ABURRIMIENTO (PROYECTO)



Al desplegar el papelito chino, había una frase dentro: Fu Manchú.


Y ahora por la tarde ese árbol, ¿en qué mancha del cielo se ha convertido? 

Un ruido, gota insignificante ( ya esto, mil veces lo he visto -¿oído?-.

Y esta, quietud, me la guardo en un bolsillo, ya que es como un relámpago viejo (¿a santo de qué viene todo esto?). 

Parece que, 100, son las voces, y no hay voces ninguna.

Pues aquel reflejo, mezquino, del cual sin embargo me acuerdo (¡qué extraña bobería!). 

Ahora mi atención –lo lamento- no arroja visible resultado. 

Es extraño, extraño, cómo el polvo puede llegar a tener una historia incomprensible.
“Guerlain huele a podrido”, dice el titular del periódico. Hablo de una historia que no existe.


Lorenzo García Vega

Monday, October 25, 2010

Murga


Una bola abstracta en el atardecer. la bola resultó ser el residuo de un sueño. 

En el sueño aparece Murga, cacerío del que supe en mi infancia -el tren llegaba hasta allí-, pero que nunca llegué a ver.

Ahora Murga en el sueño, sin tener nada que ver con una ciudad, impone la visión de una ciudad. 

Una ciudad desdruíd, en silencio.

Murga, el cacerío que nunca vi, aparece repetidamente en mi novela sobre la devastación en el Hotel San Luis.

Las manchas sobre una tela sucia en el patio. Esto se relaciona con aquellos paseos donde yo iba hasta un colchón tirado en un solar yermo. Pero ahora, absurdamente vinculado, aparece un proyecto absurdo de reconstruir a esa Murga que nunca conocí. (De Murga, en un email, le he hablado a la poeta Damaris Calderón, y parece que ella me ha entendido).

Sería la novela de quien intentara inventar a Murga, pero sin lograrlo. O sea, de nuevo, sería la novela de un fracaso, donde los seres de la negación del mundo (Bartlebys. Aquel oficinista del vacío, procedente de un relato de Melville. Y por la mañana despierto en una playa inhóspita. Es una traducción de la situación en que me encuentro. Por lo que, al final, me asalta un ladrón. Esto es horrible). 

Lorenzo García Vega

retroceso

retroceden. envolturas de dulces antiguos, papelitos con unos dibujos de animales. retrocediendo está el aguacero de esta tarde que fue trompa de elefante, y tus manos, tan empobrecidas, reventando en silencio. tu cuello es una tortuga, retrocediendo (ya lo veo) bajo su caparazón, y tus ojos como de fuego, ahora reducidos a ceniza. te perteneces, se te nota. retrocedes con tanta naturalidad.
debajo de los árboles te he puesto en esta noche que es una noche casi cualquiera, para que no crezcas más. pero tú (¿empeño es tu nombre?) desatado en raíces reventando dentro de la noche, la misma, paridora de nuevas, más, otras noches. 
el tiempo cuando no cabe. el tiempo. una no sabe qué hacer. 
su sombra, tu sombra, mi sombra. 
pero, ¿puede un árbol dar sombra de noche?
retroceden. mis ojos niños corriendo detrás de las envolturas de unos dulces. y unos animalitos dibujándome cosas extrañas dentro del párpado. y mi suerte, mi mala suerte de antaño, retrocediéndose adentro. pariendo mil niñas como mil desgracias envueltas en unos animalitos, que ahora, parece. retroceden.

Margarita Pintado

Saturday, October 23, 2010


-Salió un saltamonte cubista, con sombrero verde.

¿No estoy anacrónico? Hago lo que puedo. 

Fue en un cristalito del kaleidoscopio. Salió de ahí.


-Parque. Reuma. Nananina.

Son envoltorios de líneas rosaditas.

Son grises las manchas de los pequeños cristales.

¿Qué descubro? No es gran cosa lo que ahora descubro, pero eso ahora no me importa. 
Lorenzo García Vega

Friday, October 22, 2010

una brisa

Voces de teléfono. Voces que ya no vemos. O la palabra, que llega a veces más reseca en pantalla de ordenador. La palabra, galope de dedos echados a correr sobre lo blanco que no es cuento, sino reporte de un estar dentro de lo cotidiano, a lomo partido. El trabajo de estar vivo. Pero la muerte y sus trabajos. ¿Serán? 

Algunos más cerca que otros. Un borde cortándome los ojos. ¿Qué cómo me siento? Quisiera contestar esas preguntas que ya nadie me hace. La gente se cansa. De los tristes, se cansan, de los cansados, más que nada, ellos se cansan. 

Una ventana abierta detrás de mi espalda. Una brisa que entra. Me quema. Afuera unos tipos piden firmas para crear conciencia... ¿de qué? No sé. No se sabe. Ellos tampoco saben, pero llevan unas camisetas azules y amarillas. La gente con sus firmas. La gente con sus "buenos días", la gente con sus "hasta luego", la gente con toda esa amabilidad que lo rompe todo.

¿Es este un día largo? Todavía eso no se puede determinar. Son casi las dos de la tarde. Y es viernes. Y hay como un secreto que todos saben menos yo. Y ahora, en este café, extraño sus voces en el teléfono. Me las invento, me las pongo de collar, las sumo a otras voces que sí llegan. Pero esas no son tan bonitas. 

Revolver lo que no regresa. Como yo. No, yo me quedo, como inventada en un paisaje a punto de borrarse. Yo, fuerte, en tan vulnerable paisaje. Temo que si vueve la brisa a arañarme la espalda, todo se deshaga. Naturalmente, como debe ser. Una hablando, una, en medio de la palabra, quizá la más hermosa de todas, y una brisa...............................................................................................................

----------------- (pero la muerte y sus trabajos)-------------------------------------------------------------------



Margarita Pintado


Me gustaría algo, o alguien, que me mirara de frente, como una lechuza. Las lechuzas miran de frente. Es la una de la tarde. y unas palmas moviéndose. En este mismo momento, me llama por teléfono Fernando Palenzuela. Fernando insiste en preguntar cómo me siento. No quiero hablar de eso.
¿Estoy intentando escribir sobre la nada? 
¿La nada se parece a lo blanco? No estaría mal un mini-cuento donde apareciera un anuncio de comida para perros.

Lorenzo García Vega

Cuando la muerte friega


El mechón frutal del sexo. Milano. Barcaza que bien puede ser un jolgorio. Prostíbulo en el lugar donde están las ruletas. 
¿Es sobre un río? 

Si bien se piensa, un ruido sobre la pared que está al lado.
Barca.
Música, no se oye. Pero ahí está pintada.

Pintada, música para fantasmas que ya, nada, con la vida tiene que ver. 
Nada tiene que ver con la vida, pero inventar lo que fue el Deseo.
No sé. 
No sé si me puedo acordar del acordeón de Rimbau.

(Brisas, acordeón, salmón. Cocotero cuidado – con las pancartas estrellas.
Amar esas subidas bajo el sol del mediodía).

Cuando la muerte friega, y lo que friega es un palito occipital. 
Un ruido, un ruido que corre desde la podrida pulsera de otro ruido. (Pues se dice, pero no se entiende, que la vida del coco algo tuvo que ver con los Octavios (?). ¡Detengan esa palangana!

León marino, desmadejando de la campana, de los gatos: ¿en la maleta?.
O sea, para explicarme: yo ya no tengo por qué comprometerme con nada. Ya yo estoy muerto. Y anoche descubrí la forma material en que estoy muerto o, lo que es lo mismo, descubrí la forma en que me moriré.

Y con persianas hay un escándalo, parecido a un revólver, en un prostíbulo chino. Pero ¿eso qué quiere decir?

Me explico, de nuevo: 
O lo que sea, o lo que vimos los viejos es la seca, sucia ruina de la vida;
Moisés, con su seco palito de dirigente, en dos partes dividió el agua negra de un charco;
Y se convirtió, todo, en el cajón quemado;
Cenizas son las pupilas al coágulo, pero yo no sé qué decir, ni lo diré nunca

Pero, ¡claro! – son las 4 de la mañana-, que después de las palabras que supuse oir, con esto tengo que contestar.
Esto, ¡imagínate!, es como el arribar de un amanecer oscuro. Pero ¿qué puede hacer un viejo desde la garganta de un amanecer oscuro?

De todas maneras tómalo, riendo, todo esto que te estoy diciendo.
Vamos a compartir el sin sentido. (Pues el mini-alzheimer en que se va convirtiendo la vejez.

¿No crees que no estaría mal irlo contando en el ordenador?). 
Lorenzo García Vega


Wednesday, October 20, 2010

News


El periódico dice que EL BLANCO ESTA DE MODA. Es un titular.

También muere el padre de los fractales, el que ha permitido medir las nubes.

¡Lástima! Si no estuviera viejo y jodido como estoy, metería en una cajita a ese "estival milano" del que habló Juan Ramón. 

Y SE HAN DORADO LAS BASES SOCIALES. Esto fue lo que dijo un gran cartel que se me apareció en el sueño. Pero el sueño se me olvidó. 

Lorenzo García Vega

Tuesday, October 19, 2010

Llover de una bufanda

Gotas caen. Resbalan, precisas, desde el cielo de un café. La calle en danza de paraguas. Estoy en New York, como un día estuvo Lorenzo. Pero no son estos los setenta, no se ven aquellas cosas (aunque yo no sé muy bien qué cosas son esas que se vieron), porque se ven otras. Como la lluvia en esta tarde de café en en donde las chicas corren envueltas en plástico, y los tipos mojan sus sombreros. Qué sucio todo. Qué falta de algo, una cosa que no atino a nombrar. Algo le está faltando a este paisaje que es como un papelito mojado a punto de romperse. Porque gotas caen en esta tarde que no es una tarde cualquiera. Proyectos mínimos rodando en tanta superficie idiota. Pequeños trayectos llegando hasta esas bocas secas que ya nadie recuerda. Hace frío. Pero, ¿hace frío? Creo que me invento cosas. Creo que el paisaje me obliga a sentir estas ciertas cosas en las que desconfío. Pero gotas caen, y eso yo lo sé. Y puede que vea ahora el frío en otra piel, y que me enamore del modo en que ellos planifican un calor. Por lo que, engañada, y con un frío que no es mío, busco la bufanda. Porque el frío cuando es convicción se queda para siempre. 


Creo que, estos días, una bufanda es lo más cercano a una caricia.


Margarita Pintado

Domingo en rewind


Domingo por la tarde. ¿Alerta?, ¿alerta a qué? ¿A cuál ruido? Y, ese ruido, ¿dónde pudiera estar encapsulado? 


Ese crema amarillo. Pero el negro que lo cubre es la luz de esta tarde de domingo. Pero ¿qué mini-cuento podría narrar esto? ¿Una luz -tarde de domingo- que sería lo negro? 


L.G.V.

Tuesday, October 12, 2010

Planillas


Hay que llenar unas difíciles, muy engorrosas, planillas. 
Hay que llenar unas planillas. 
Planillas que todo parece indicar que están relacionadas con la masonería.

¡Nada está claro!

El por qué, no se sabe. No se sabe por qué.

Si quisiera intentar explicarme, diría que lo blanco cubre un manchón de líneas. 

Al avanzar, y entrar en el cuarto de baño, veo a una cucaracha muerta sobre el piso.
Trato de comprender, y me digo que puede ser lo sucio, que puede ser lo imborrable. ¡Lo sucio imborrable!

Hace sólo un mes que un viejo pariente - le decían Ficote- murió.

Pero ¿era, en la Habana, el lugar donde había que llenar las planillas? La Habana fue antes. Ya hace años que me fui de La Habana.
Unas planillas. Cosas que no significan nada.
Hoy fui a ver al urólogo, pero el urólogo no estaba. Creo que pasado mañana, el miércoles, podré ver al urólogo.
La luz empieza a ser luz de otoño. La luz, dijo Lezama, es el animal visible procedente de lo invisible. Decir eso es blanco como el agua.
Pero ¿es que el agua es blanca?

Lorenzo García Vega

Monday, October 11, 2010

de unos bolsillos

voces como en cajas. cajas agujereadas. voces. hilos de luz en pequeños puntos amarillos proyectados en el techo. el cielo hoy parece menos alto que de costumbre. la mujer con cara de pájaro se ha ido al bosque. el gato duerme la siesta de las once sobre un libro abierto. el café sigue presentando sus burbujas de colores. 

los puntos amarillos, si se amarran a las burbujas del café, pueden llegar a ser un principio de esperanza. favor de no emocionarse. por favor, es otoño, venus entró en retroceso, los niños chinos hoy no bajan una escalera.

la calma llega envuelta en un cigarro. he vuelto a fumar, yo que nunca he sido fumadora. y no sé qué hacer con estas manos que ahora huelen a humo. y no sé, francamente no lo sé, cómo conversar con mis bolsillos, qué guardar, qué sacar. algo se está quemando. y el gato duerme su siesta de las once sobre un libro de un escritor mexicano que no tiene mano, sino un garfio. 

todo quiere ser especial. todo quiere como tener un brillo. y yo pienso en las voces de las cajas iluminando polvos mágicos proyectados en el techo. y yo digo en voz alta que se está formando un laberinto. aquí mismo, en esta casa. un laberinto muy bonito en donde burbujas de café, y puntos de luz animan la conversación entre un gato negro y un escritor manco con ganas de pedirle un cigarro a esa chica que, desde el otro lado de una frontera recién inventada, los mira. alucinados ojos en pequeñas llamas. fumar puede salvar vidas. 

un coro de bolsillos llora. 


Margarita Pintado

Sunday, October 10, 2010

Redondel


Estos, estos pequeños robots en lila. Caminando hacia..., transversal. Esperanza que no existe, ni nunca existirá. Se oye el silencio, como siempre. Es un domingo. 

En ese cielo en que se ha convertido el techo. ¿O es el techo convertido en cielo? La tos, la risa, la conversación de aquellos viejos que siguen muriéndose, después de haberse muerto ya, hace demasiados años. 

O sea, de lo que estoy hablando es de figuritas fantasmas, dando vueltas alrededor de pequeños redondeles. 

Pues hay demasiados gritos que, si bien se mira, sólo son demasiados puntos en rojo. 
Cara amarillenta de la criatura - la felicidad que no ha tenido ninguna razón para existir. 

Es el curso de lo verde. Enmarcado deslizarse donde, al alcanzar el final, se entraría -como en clausura- en lo rojo.

Esos soñados cigarros fueron femeninas figuritas grises. / Ahora no se oye la voz del mini-cuento / No se oye nada / Un a'rbol como una flecha. 

Lorenzo García Vega

Frontera

era la mañana y las voces de unos niños chinos bajaban por las escaleras como un chorro de agua. pensé en unos peces. pensé en un poema que escribí hace tiempo en donde unos peces asmáticos saltaban de una cama hasta convertirse en pedacitos de panes mojados moliendo mi garganta. esta mañana, al escuchar las voces de los niños chinos, pensé en Lorenzo. 
estos días, mucho ruido. afuera y adentro. y a veces lo único que parece justo es matar las cosas. hace dos semanas que no riego las plantas. ¿contará eso como asesinato? 
indudablemente, algo está pasando. "venus entró en retroceso", me dijo Mael el otro día. Mael es de Tijuana. a veces le pido que me repita la historia de cómo solía cruzar la frontera cuando era niña para llegar hasta la escuela. ella narra, ella, su pelo como un niño dormido, sus ojos de pájaro, su boca de pájaro, su nariz de pájaro, volando sobre la frontera. es un cuento naranja en forma de línea.
y es que he pensado últimamente (aunque a destiempo y como fuera de moda) en las fronteras. porque a veces no me atrevo cruzar el umbral de la puerta. porque afuera, y esto yo lo sé, hay objetos enemigos que te muerden las manos.  
pero esta mañana los niños chinos bajaron las escaleras y sus voces limpias como el agua, sus vocecitas llenas de palabras que yo no sé, un poco, hirieron mis oídos. extrañándolos tanto, ahora, a esos niños.
y la luz de otoño sigue empujando la palabra, y aparece el carrito del publix empujado por una mano que no veo, pero que está. y las hojas siguen cayendo, despacio, y los pasos siguen crujiendo, y los caminos siguen dibujando fuegos, y yo lo pienso, yo lo traigo, yo lo reanimo en el recuerdo, y yo quisiera que un grito nos salvara a todos, o a unos pocos. qué más da. 
pero en la mañana, en esta mañana, sus cantos claros golpeados por la escalera, y mis oídos sangrantes buscando voces nuevas, y los ojos se me vacían cada vez más, y ahora no me salen las imágenes, y siento cómo voy entrando en pánico.
¿eso salva? todo en esta mañana resulta conmovedor. no me compadezcan, he hecho lo que he querido. he matado las plantas, no he escrito ningún libro. me devoran los diarios, y los fragmentos de todo lo incompleto que dejo tirado en medio del camino. últimamente, la vocación, como un hecho ineludible, aparece envuelta en un papel cremoso, y como sediento. ¿vocación de sed, acaso? algo crece. adentro. afuera.

Margarita Pintado

Wednesday, October 6, 2010

puente

o como un rostro hecho de hojas secas, con viento de otoño borrando tu gesto. ahora la calle es como un campo minado de amarillo y rojo crujiendo los pasos. y todos sienten el miedo de lo que se rompe. y todos posan como en angustia de ruinas. ¿y de dónde salieron tantos puentes? ¿y por qué será que la palabra puente tiene esa delicadeza que, un poco, duele? quizá sea porque no hay a donde cruzar. y el puente, la palabra puente, suena a malicia sistemática para los que sólo han sabido girar, y vivir en redondeles. 
¿es tarde ya? me pregunto si mi Anima sabrá de mi. la mía es una casa hostil. últimamente sólo despido mi visita. y temo, temo que el Anima no se sienta cómoda aquí.
¿tan tarde? ¿ya?
quizá la nada ya sabía. quizá tú sólo eres un pedazo de una esquina en donde la nada tuvo una casa. sin paredes. una casa hecha solo de ventanas para los que siempre van, redivivos, recordando el sonido del agua queriendo empujar un muro. el inquilino piensa en una isla.
y vuelven las palabras como cordeles desnudos bajo un sol. adentro se insinúa que ya no hay nada que decir. ni nadie a quien vestir. ¿es esta la pobreza? se pregunta el inquilino. 
tu cara sigue desdibujándose en viento enroscado de un otoño que te invento porque en la playa albina no entra lo rojo ardiendo caminitos. entonces, esto es un puente. y también es la antesala de una cajita de regalo con otoño para lorenzo. a él le gusta lo frío y lo seco. cajita de paisajes áridos disecando la palabra. estos días habrá que tomar mucha agua. hidratar una imagen puede ser un buen proyecto. 


Margarita Pintado

Tuesday, October 5, 2010


Aparece mi Anima. Es de subrayar la manera como me tutea. Pero esto no implica un acercamiento. Al contrario, si me hubiese tratado de usted, habría sentido que había un mayor grado de confianza.

Lorenzo García Vega

Sunday, October 3, 2010


Es un precioso don mascullado.
No tropieces -aunque, si bien se mira, tú no estás tropezando-, no hay por qué tropezar.

Tú no tienes otra manera que esa de darle al mismo redondel, al redondel que gira sobre lo no visto (esto no tiene sentido, pero sí tiene sentido).

Pasas sobre el mismo aguijón de la acera - pero eso era cuando caminabas diariamente-, pero ahora -¿es esto autismo?- puedes estar seguro de que no hay ningún aguijón, pues quizás nunca lo hubo.

Dos vueltas sobre el mismo silencio, que quizás no es silencio, ni nunca lo ha sido.

¿Es que tus palabras tienen alguna gravedad?

Tu no miras más que dándole al mismo redondel Entonces, hasta pudiera parecer como un capricho mediúmnico.

Pues es irreconocible la bulla que pudiste hacer, y que no hiciste.

¿Quién amarró tus manos como si fueran los ojos que viste en una película?

Hay tantas historias que tú mismo vaciaste, quizás sin saber lo que hacías. 

Quizás nunca supiste nada.

Mi mente ha sido como una mano que no mira.
Esto sí que no ha tenido sentido. Un coral abierto, no se sabe donde.¿Para qué?

Y el mismo redondel, y yo dándole, casi sin saber que era absurdo.

Ahora, hasta pudiera saber que tengo un rostro de arena, pero eso no cuenta para nada (¿el rostro parecía como de arena, o nunca he tenido un rostro de arena?). 


Lorenzo García Vega
perseguida, todo el día, por la palabra "testimonio". cuerdas, botones, clicks y clacks, lluvia de cerrojos. todo acumulado hasta que ! alguien abre una puerta. y salen, ellas, tan apresuradas, raspando gargantas.


Blanchot ha dicho: "el Diario representa la serie de puntos de referencia que un escritor establece para reconocerse ... Aquí todavía se habla de cosas verdaderas. Aquí, quien habla conserva un nombre y habla en su nombre, y la fecha que se inscribe es la de un tiempo común donde lo que ocurre, ocurre verdaderamente".


Margarita Pintado