Un gran cuarto Art Deco, de un Hotel para millonarios. Dentro de la habitación, dos hermosos caballos blancos levantan sus patas - brillan sus cascos, pintados de negro.
Uno siente que el que contemple esta escena, se puede sentir feliz.
Y se oye la voz de un predicador protestante, con Monteverdi como música de fondo.
Y, además, Dios es un estereotipado anciano bonachón, con barba blanca y bien peinada.
¿Esto lo soñé? No, esto no lo soñé. Esto, a las tres de la mañana, hora en que me desperté, lo imaginé mientras orinaba.
Lorenzo García Vega
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