¿Y qué estamos haciendo aquí?

Pues no se sabe bien, pero resulta que al escritor Lorenzo García Vega le ha dado por intentar una novela conmigo, una estudiante graduada quien intenta, entre otras cosas, escribir una tesis sobre la vida y la obra de este señor que ahora es mi amigo. Lo que irá apareciendo aquí es, en palabras de Lorenzo: "un zuihitsu en el que fuéramos relatando, a la manera de un diario en email, el relato de nuestra relación (una relación establecida por motivo de una tesis, pero donde, lo que estaría, fuera el invento que haríamos, tú y yo, de nuestro pasado y de nosotros mismos, como dos personajes de generaciones distintas que tratan de encontrarse, inventándose."

Saturday, July 17, 2010

Ese tipejo – tiene un vulgar, horrible, bigote- o recoge, o se roba, un periódico. Después, se mete dentro de un auto destartalado y arranca.

Pero ¿por qué ese tipejo es como un dejá-vú?

Pero ¿qué se propone el sueño con este tipejo? No sé. O lo primero que se me ocurre decir es: chiquero interior – desván de recuerdos podridos.

Sin que pueda precisar bien, me parece que en el sueño entreveo un tramo de aquella calle San Lázaro que me sirvió de fondo en mis Variaciones a como veredicto para Sol de otras dudas. Pero, no acabo de entender.

Llueve. Día de espantosa humedad.

Por la noche –y sigue lloviendo- o despierto, o divago, o sueño.

La divagación del despierto, o el sueño del dormido, tropieza con lo que, sin saber por qué, lo llamo “polos ascépticos” (?), y también instrumentos de cirugía, y también tubos que sirvan para remediar un trastorno urológico (?).

Me digo, despierto o dormido, que hasta ahora la muerte se me presenta disfrazada con los instrumentos de una cirugía urológica.

Un patio sucio, feo. El patio que es como el reverso.

Un patio donde no hay ninguna razón para que nadie entre.

La llegada de la tarde, y una bocina a lo lejos.

Un dicho árabe: “Despacito por la mañana, sin prisa por la tarde”.

Y ¿dónde están los cadáveres? Imagino que uno de esos heterónimos que yo coloco –o que yo meto en una alcancía para que, después, Margarita haga, en su tesis, uso de ello- dentro del Home para viejos locos que continuamente sueño, relaten la contemplación de una buena tanda de cadáveres arregladitos, bien presentados.

Un motel iluminado por la luz neón de una piscina. Un viejo loco – otro de mis heterónimos- lo inventa y, después de hacerlo, se pone a gritar.

También un “dolor bajito”, como para meterlo dentro de una cajita. Mientras tanto, en mi pasado, un negro con ojos saltones, pedaleando en una pianola.

Aquel cuerpo mío, el cuerpo del tiempo en que, todas las mañanas, visitaba a la colchoneta tirada sobre un solar yermo.

Ahora, si volviera ese cuerpo (pues ese cuerpo ya se fue), ¿cuál espacio proyectaría?

El cómic. Los cuadraditos del cómic. No estaría mal, con cuadraditos del cómic, intentar el relato de mi vida diaria.

Esto, quizás, serviría para la tesis de Margarita.

O sea, quizás lo que se le podría proponer al advisor, como tesis, sería un núcleo donde lo escrito por LGV pudiera ser visto como un libro del cómic.

Tendré que proponérselo a Margarita. No estaría mal.


Lorenzo García Vega

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