¿Y qué estamos haciendo aquí?

Pues no se sabe bien, pero resulta que al escritor Lorenzo García Vega le ha dado por intentar una novela conmigo, una estudiante graduada quien intenta, entre otras cosas, escribir una tesis sobre la vida y la obra de este señor que ahora es mi amigo. Lo que irá apareciendo aquí es, en palabras de Lorenzo: "un zuihitsu en el que fuéramos relatando, a la manera de un diario en email, el relato de nuestra relación (una relación establecida por motivo de una tesis, pero donde, lo que estaría, fuera el invento que haríamos, tú y yo, de nuestro pasado y de nosotros mismos, como dos personajes de generaciones distintas que tratan de encontrarse, inventándose."

Saturday, May 29, 2010

Mayo 29, 2010. Cetrería del títere.

Margarita, me dices que has encontrado la Cetrería del títere y yo me revuelvo, me endemonio (no sería bonito contar los detalles de lo que quiero decir con esto), y me vuelvo a meter en una de las calderas infernales de mi juventud.
Raro, rarísímo, endemoniado asunto.

Después de publicada mi Cetrería, sentí no sólo haber fracasado, sino haberme metido en un callejón sin salida.
No sé, no supe lo que había pasado. Y eso, hasta el punto de, a veces, pensar en la posibilidad de suprimir la Cetrería de mi bibliografía.
Pero ahora...
Ahora, con tu juego de ping-pong, me decidí a leer la Cetrería -siempre, intentarlo, me ha sido imposible-, y he empezado con el cuento final, clave, el Caballero del Frío.

Raro, rarísimo, endemoniado asunto, vuelvo a decir -yo siempre repito-.
O sea, ha pasado que con una de las jugadas del ping-pong, me encuentro conque no puedo prescindir de la Cetrería, mi libro malo (otro libro malo mío, es Espacio para lo huyuyo)
Esa Cetrería fracasada, o esa Cetrería callejón sin salida, es mi magma, el magma conque me encontré en mi juventud (un momento en que, miembro del hermético grupo Orígenes, fracasé en mis amores con una cantante de boleros en un restaurant de un barrio habanero -algo de eso lo he contado en Los años de Orígenes-)
Así que, en el momento en que lo hice, no podía haber escrito otro libro que la Cetrería.
Así que, Cetrería (¡pero ahora, después de una autobiografía, y con ochenta y tres años, es que llego a esa conclusión¡) es el magma que está detrás de todas las experiencias que he intentado, y que sigo intentando.

¡Qué raro descubrimiento! ¿Una consecuencia de haberme decidido a jugar ping-pong? Un descubrimiento donde he vuelto a revivir, en estos días, aquel infierno en que viví durante los años de la Cetrería.
Y, no sé. Margarita. Como tú, tesitereando, te has metido en mi dharma, ahora quisiera que te fijaras en mi Cetrería.
Me interesaría -eso me ayudaría- que me dijeras lo que el magma no resuelto de mi Cetrería puede significar para alguien de tu generación.
Es que, Margarita, yo escribí un disparate, pero tengo que acabar de saber por qué yo tuve que escribir un disparate. Quizás tú puedas decirme algo.
Y es que, repito -yo siempre repito-, ya ahora sí que no puedo suprimir la Cetrería, ya que sería como alejarme del magma.

Lorenzo García Vega

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