¿Y qué estamos haciendo aquí?

Pues no se sabe bien, pero resulta que al escritor Lorenzo García Vega le ha dado por intentar una novela conmigo, una estudiante graduada quien intenta, entre otras cosas, escribir una tesis sobre la vida y la obra de este señor que ahora es mi amigo. Lo que irá apareciendo aquí es, en palabras de Lorenzo: "un zuihitsu en el que fuéramos relatando, a la manera de un diario en email, el relato de nuestra relación (una relación establecida por motivo de una tesis, pero donde, lo que estaría, fuera el invento que haríamos, tú y yo, de nuestro pasado y de nosotros mismos, como dos personajes de generaciones distintas que tratan de encontrarse, inventándose."

Friday, May 28, 2010

Mayo 28, 2010. Llega la Cetrería.

Escribo una tesis de oídas (como dice Lorenzo que a veces le pasa con algunos temas de los que no sabe saber, pero que sí saber ver, y ese es otro lío al que no le voy a meter mano ahora porque me tengo que mudar y tengo que meter cosas en cajas). Existen varios factores para que esta tesis sea así, de oídas, como por ejemplo, que cada vez que necesito uno de los libros de Lorenzo el libro x no aparece. Punto. No está en la biblioteca, mucho menos está en Amazon. En ningún lado, por lo que, el advisor de esta tesis me ha dicho que debo incluir en el primer capitulo o en la introducción, los trágicos pormenores de dar con estos libros. Menos mal que Lorenzo me surtió. Pero faltaba este.

Ellos siempre vuelven. Los libros. Son como redivivos. El libro en cuestión se llama Cetrería del títere. Lo pedí hace como un mes. Llegó hoy. Y eso me lleno de alegría porque Cetrería es uno de esos libros que Lorenzo todavía no entiende bien. Eso me dijo. Que había algo que no cuadraba, una cosa no resuelta allí.

Pues llegó, repito, una Cetrería del títere del 1960, con una dedicatoria a Armando Lorreia Pacheco, quien, según Lorenzo, nunca existió. Sí, entonces esto es muy extraño.

Mi próximo post será sobre este libro que todavía no he podido leer. También, espero poder hablar de unos tubos amarillos, unos flotadores redondos, amarillísimos, en donde yo me senté ayer, río abajo.


Margarita Pintado

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