Se alarga, en color crema se sostiene el tiburón.
Un mar desprendido del rojo: se escabullen las islas de tinta.
Las patas, viejas, podridas ya, del insecto blanco. Esto, si hubiera agua, nadaría por nadar, nadaría por gusto (finalizaría entre islas, pero ¿ las islas existen?).
La historia es más corta -en rojo- de lo que se cree y, sin embargo, puede que no tenga fin.
El folletín comienza con la historia de ese personaje femenino: Emma Esquinner.
Por supuesto, estoy en la Playa Albina, y está pasando un avión por encima de la casa.
No tengo por que repetir que, yo, nunca he sido feliz.
Lorenzo García Vega
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