¿Y qué estamos haciendo aquí?

Pues no se sabe bien, pero resulta que al escritor Lorenzo García Vega le ha dado por intentar una novela conmigo, una estudiante graduada quien intenta, entre otras cosas, escribir una tesis sobre la vida y la obra de este señor que ahora es mi amigo. Lo que irá apareciendo aquí es, en palabras de Lorenzo: "un zuihitsu en el que fuéramos relatando, a la manera de un diario en email, el relato de nuestra relación (una relación establecida por motivo de una tesis, pero donde, lo que estaría, fuera el invento que haríamos, tú y yo, de nuestro pasado y de nosotros mismos, como dos personajes de generaciones distintas que tratan de encontrarse, inventándose."

Thursday, December 23, 2010

Prostíbulo


Tal como si fuera como lo que pudiera denominarse “un prostíbulo de la ineficiencia”. ¿Un prostíbulo de la ineficiencia?, ¿qué puede ser eso?

O también pudiera llamarse un prostíbulo de tarados. ¿Qué es eso?


Sexualidad al revés, por lo pronto, girando alrededor de una nada. Es como si faltaran los ojos.

En una gran azotea, no me cabe duda de eso. Girando, y girando, y volviendo a girar, las prostitutas. 

Nunca se han visto prostitutas menos carentes de atrativo. 


(¿Lo que se está tratando es de unas jornadas como las del marqués de Sade? ¿Un Sade sin nada que contar?)

O, para explicar mejor la cosa, he aquí algunas manifestaciones:

-es un Infierno donde nadie se quema – extraño lugar, sin duda;

-o es un lugar del asco, pero un asco del vacío, un asco que resulta después que se exprime el vacío; y esto donde ciegos –ciegos, por supuesto, carentes de toda atracción sado-masoquista-, sentados en los taburetes del prostíbulo.
 

Es que el Infierno – prostíbulo donde no se siente nada, se inventa cuando ya no existe el Deseo. Sería, entonces, como la casa de prostitución que suelen visitar los muertos. Y esto, donde nada invita a ir allí y, sin embargo, sin saber por qué, se está allí. Pues es como contraer una lepra que no fuera nada. Una lepra que ni siquiera fuera lepra. Pero ¿dónde está aquella creolina conque se limpiaban los pisos de los prostíbulos habaneros?


No está ya la creolina, pero no está con un olor que viene a ser el olor de la ausencia de la creolina. 

¡El no-olor olor de la ausencia de la creolina¡

Unos payasos blancos, pero sin existencia.


Entraron ellos, unas horas antes. Viven, ellos, una hora antes del vacío, Pero ¿es que el vacío tiene una hora antes?

Un sadismo, lo cuento, donde el Deseo nunca llegó a estar. 

Y, ¿quién me lleva a ese prostíbulo?

Esto, entre otras cosas, es la pesadilla de un viejo loco rodando por: la cal, las paredes de tierra.

Las prostitutas tienen en su cuerpo una pared de tierra. 


Es para raspar lo que que siempre se puede desprender.


La pesadilla de un loco, en el Home, durante toda la noche.


Pues hay un agua podada, podrida. El agua podada, podrida, que lo sustenta todo.


Lo sustenta. Es la base de todo. A partir de ahí se levanta el prostíbulo donde no hay Deseo.


Pero, advierto que no estoy durmiendo, ni tampoco estoy despierto.


O, paea explicarlos mejor, lo que obsede es un sueño que no tuve, - o un sueño donde se me olvidó que tuve un sueño- , por que, al despertar, no se despertó.

Lorenzo García Vega

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