La tarde de hoy será una tarde de… Van pasando los días, como si nada.
Y en la despensa había una lata de manteca, pero esto fue en 1936.
Llaves de agua – un tiburón seco, en azul.
Gotas de una psicodelia un poco aburrida.
Me gustaría ponerle, a un libro mío, este epígrafe de Luciano de Samosata:
“Escribo, por tanto, acerca de lo que no ví, ni comprobé, ni supe por otros y, es más, acerca de lo que no existe en absoluto ni tiene fundamento para existir. Por lo tanto, los que me lean no deben creerme en absoluto”.
Miro. Vuelvo. Invento noche. Es el olvido.
¿El olvido a quien se parece?
A nadie.
El olvido está sucio. Está abajo.
Al menos, en este momento, yo no me preocupo por hacer nada.
Dejemos las cosas como están.
“Con esta luz espantosa / dándole vasos de agua”, dijo Samuel Feijóo.
Tenía ganas de comerse una galleta. Después, se le quitaron las ganas de escribir.
Y dijo Lezama: “Una casa sin nada, / con vaciedad teatral, / apuntala los músicos / que pasan”.
Lorenzo García Vega
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