-Mi nombre es otro. Trabajo en un circo, y mi nombre es otro.
Me rebelo, entonces, como es natural, contra esto de seguir teniendo un nombre falso.
¿En qué consiste mi trabajo en el circo?
-Pero hay otra historia donde la mitad del público se va, cuando yo me pongo a leer. En esa historia, sé que no soy un clown, pero sí sé que soy un equilibrista (un equilibrista en blanco). Es que, entre mis palabras, me confundo. No sé cómo manejar mi lectura.
-Un viejo de porcelana que, sin ninguna razón, saluda a la acera. El mini-cuento no pasa de ese principio. Es, por lo tanto, como si fuera silente.
-Tengo otro mini-cuento. Este es sobre un ciego, pero al momento de empezar a contarlo, me echo para atrás. Y en eso consiste el argumento.
-Dios le pegó un codazo a Caín. Ahí empezó una disertación sobre la envidia. Quise reducir este relato al tamaño de un mini-cuento, pero me aburrí.
-Las luces de un neón perdido. Posible título.
-Alguien, llamado Will, metió en su cartera el jazz que estaba escuchando. Nadie más volvió a oir ese jazz. Y al mini-cuentero se le hace imposible hacer un cuento sobre eso.
Pero, como el mini-cuentero es obsesivo, ahora está pensando en la posibilidad de hacer un mini-cuento sobre la imposibilidad de hacer un mini-cuento. "Tendré que seguir oyendo jazz”, se dice el mini-cuentero.
-Para la mejor comprensión del mini-cuento, lo mejor sería dar alguna razón sobre el por qué los sueños no tienen principio. Un taller sobre los sueños debe comenzar por ahí.
-Mini-cuento- Con una tarde imposible de agarrar. Una tarde de verano de la Playa Albina, donde está metida una tarde de verano.
En el compartimento de un tren no había nadie, o sí: había un lord inglés, invisible, y tan mal dibujado que sólo el que tuviera cierto conocimiento del esperanto podría verlo. Pero ¿esto no sería un relato bobo? Y ¿para qué sirven los relatos bobos?
-Soy amante del mini-cuento por haberme pasado, horas, mirando para la pared de la sala. Claro que, de cierta manera, mi vocación por el scotch consolidó esta afición mini-cuentera.
Y me pregunto, también, aunque no acabo de entender bien la cosa, sobre el rizoma que pueda vincular una novela con un mini-cuento. Sobre esto, también tendré que volver.
Lorenzo García Vega
No comments:
Post a Comment