¿Y qué estamos haciendo aquí?

Pues no se sabe bien, pero resulta que al escritor Lorenzo García Vega le ha dado por intentar una novela conmigo, una estudiante graduada quien intenta, entre otras cosas, escribir una tesis sobre la vida y la obra de este señor que ahora es mi amigo. Lo que irá apareciendo aquí es, en palabras de Lorenzo: "un zuihitsu en el que fuéramos relatando, a la manera de un diario en email, el relato de nuestra relación (una relación establecida por motivo de una tesis, pero donde, lo que estaría, fuera el invento que haríamos, tú y yo, de nuestro pasado y de nosotros mismos, como dos personajes de generaciones distintas que tratan de encontrarse, inventándose."

Saturday, January 29, 2011


-Posible grabado: una vaca desolada -desencajada- con su sexo al aire en plena página fina. Refinamiento para guardar en un archivo.  

-Una semana con cabezas, encontradas y, también, casi con el sabor extraño de lo que se vuelve a entender (proyecto para soñar un collage).  

- "Esos perros que nunca han cantado, ni que tampoco, nunca, cantarán", título para un posible poema que no acabo de poder soñar. 

 --La pregunta de Max Ernst, horas antes de morir: Robert, ¿qué piensas de la carta? 
Robert: "¿Qué carta?" 
Max: "Sabes bien qué carta, Robert. La Carta al Vidente".  

-Me volví a encontrar con quien conocí de joven, en el Instituto de Segunda Enseñanza. Siempre fue bautista, desde hace años es Pastor. ¿Qué me separa de él? Que él tiene una respuesta y yo soy un "colachero". Los "colacheros", no podemos tener respuesta. 


Lorenzo García Vega

Thursday, January 27, 2011

SOBRE LO RAPIDO


Macedonio decía del escritor que no alcanzaría a leer lo que iba escribiendo. Hoy tuve una experiencia de eso. Me sucedió que iba tan rápido que no podía leer lo que iba escribiendo. Pues fue que empecé escribiendo sobre un gato que estaba bajo la música del harpa. Pero sucedió que la cosa se me puso tan rápida que, de inmediato, todo se convirtió en otra lucha de gatos, situados en un patio feo y, donde, prescindiendo de la noche (estaba el avión de las 10 que siempre oigo), estaba cayendo, sobre un pequeño agujero de abismo sin fin, la búsqueda de un mar que siempre estaba lejos. Pero eso no sólo fue así, sino que lo rápido –escribiendo y escribiendo, yo- se me hizo más y más difícil de leer. No sabía si debía agarrarme la mano, pero si me agarraba la mano, entonces, por supuesto, dejaría de escribr. Por lo que así, entonces, arrebatado por lo rápido, me metí en un párrafo en el que ya no podía leer nada. ¡No podía leer lo que estaba escribiendo! Y esto a pesar de que, entre un trigo y un amarillo de hombre invisible, mi mano seguía escribiendo con un ritmo de cómic que, si no fuera porque no podía entender lo que estaba escribiendo, sería así como una vieja azotea –pedazos de insecto- que conocí en 1936.

Lorenzo García Vega

Tuesday, January 25, 2011

Pianos y venados



Era el viento. Lo que reunía, incongruentemente, las piezas de un rostro. Vertido todo hacia dentro. Un puente anciano. Cada pisada amenaza con quebrarte.  Cada pisada, tentando un precipicio. Y nosotros, del otro lado del río (sí, un río unútil bebiendo coordenadas amarillas) esperando entrar en ese patio imaginado-soñado-fantasmeado-sitiado que se ha instalado aquí: ahora todos podemos meternos en el blog. Ayudados por algunas imágenes con las que todavía no he jugado. Imágenes estas que uno no sabe en dónde meter.
Porque la marea hace un tiempo que viene trayendo cosas, ofrendas fuera de lugar. 
Hace unos meses un venado mojado, un venado que no existe, mojaba con sus patitas temblorosas la arena de una playa. Yo lo vi. Yo recuerdo esa playa. Yo también fui una muchacha en una isla. Por eso sé que no es cierto. ¿Quién ha visto venados nadando en una playa? 
http://www.youtube.com/watch?v=a5eIBS8HX4U

Pero lo absurdo no termina aquí, pues resulta que hoy apareció un piano de cola en una playa de Miami. Y dice la nota del periódico que por ahora, el piano de unas 650 libras (nadie sabe cómo llegó hasta allí) se ha convertido en refugio para las gaviotas. Entonces, se me ocurre que esto está íntimamente vinculado al blog. El venado y el piano: un reguero, los personajes de esa estación suya, en espera, quizá, de unos rinocerontes con cara de hipopótamos. 
Del pozo seguirán saliendo fábulas. Yo lo sé.
Y también sé que no habrá más noche. Y que él y yo somos como dos estatuillas sembradas en un patio albino. Lo posible. Un dibujo en ciernes arañando la casa.  Nadando con unos venados imposibles. Tocando de oídas un piano de cola que espera, impasible, en una era imaginaria.

Margarita Pintado

SUEÑO CON W. B YEATS


Un furor apenas perceptible, pero sin duda un furor (la hora se pondría seria).

Aunque inútilmente, quería ser lo que no ocurriría.

Una saga olvidada, inmediatamente después de haberla recordado.


El amarillo fue la coartada de la antorcha. No sabía como podría ser, pero el amarillo fue así.

Esa honda que aun no sé si la oí, apenas podía ser pescada por un punto.
 
Lejana imaginación de un pescador que jamás ha existido. 


Las bandurrias entonces: eran ya para viejas estatuas, cubiertas de hojas secas. Un contagio, para el cual no tendría ningún sentido usar un bisturí.
Y yo no me ví, porque no habría ningún viento desde el que me pudiera ver.


Suerte de páramo, por tanto, parecido a una hoja –flecha fría- , o a una, sola, mata. Los personajes de la vieja película, ya ni sueñan que yo pude tener un cuerpo.

Así que muda, esta Estación que estoy inventando. Todo un reguero. Todo un reguero que no serviría para donde empezar. O, lo que es lo mismo, inútil río.


(No habrá, en esta noche, ninguna fábula silente.


(Para Sean y Margarita)

Lorenzo García Vega

Monday, January 24, 2011

Lorenzo en patio albino

Hace un rato Lorenzo me envió esta foto, obra de Marta, esposa de Lorenzo. La foto venía acompañada del siguiente mensaje: "Soy un espectro." 


Haz click para agrandar la foto

Sunday, January 23, 2011

4 rinocerontes en estado de posibilidad


Pero es que se me perdió algo en la repuesta a la tarjeta que Sean Manning me envió.

Es que Sean me habló de cuatro rinocerontes en estado de posibilidad.

Es que después, anoche, soñé con lo que no logré grabar del todo. Sólo quedaron piezas sueltas: una casa provinciana (esa casa, que formó parte del mundo de mi infancia, yo la conocí, pero nunca entré en ella) y dos menús. Uno de los menús le correspondía a la supuesta, onírica, querida del dueño de la casa (un personaje que ya había muerto, cuando yo nací).

Así que no sólo he confundido rinocerontes con hipopótamo, sino que mi repuesta a Sean ha sido disparatada. Pero, lo voy a dejar así. Sean lo comprenderá.

Lorenzo García Vega

Un nivel de vida


Hoy, Domingo, leo esto en el periódico: “Kafka decía que el momento más arriesgado de la vida era dejar la cama”.

Esto lo entiendo bien. Entiendo bien la extraña “emulsión” de ese momento arriesgado. Pero habría que indagar sobre “el nivel de vida” (¿un nivel de vida?) que el despertar nos sugiere. Pero sucede con esto, algo así como…: aunque sé lo que estoy diciendo, no sé lo que estoy diciendo. 

¡Un momento arriesgado!


También, Manning, tu tarjeta me dice sobre “la posibilidad de quedarse plano”, o de despertar, levantando las tres dimensiones.


Entonces , Manning, ¿pudiera tener, lo arriesgado del despertar de hoy, una coloración que vinculara tu hipopótamo con el doble menú de la querida inventada por el sueño?

O sea, Manning, ¿entonces sería, lo arriesgado de mi despertar de hoy, como una respuesta para buscarle un sitio a tu hipopótamo? Pero, ¿se trata de un hipopótamo, o se trata de un rinoceronte? Pero, todo esto que estoy diciendo, un autista no lo podría decir mejor?

Muchas gracias por tu tarjeta, Sean’

lorenzo

P.D ¿Por qué confundo a hipopótamo con rinoceronte? No tiene sentido.

ENERO 23


-Ahora son las seis de la tarde, y están las hojitas (ha vuelto el frío) como tentándome a reiventarlas como pedacitos de telaraña, o como pedacitos de manchas negras. 

Las hojitas, por supuesto, pertenecen al árbol que está frente a la ventana de mi cuarto. 


¿Ahora el blog será mi única manera de expresión?


Paseando por el interior de mi mismo, tal como lo digo (ahora el avión, 6 de la tarde, está pasando por sobre las hojitas. Cielo oscuro)

Paseando por el interior de mi mismo. Era un Hotel vacío, con paredes oscuras y desteñidas. Un Hotel de cuarta clase, provinciano, como el Hotel Vista Alegre, de Jagüey Grande. Pero todo vacío.


Entonces, cuatro de la mañana, me despertó la hipo-glucemia. Una sudoración como para entrar en la muerte. 

Todo vacío. 


Entrar en el blog. Meterme en el blog.


Lorenzo García Vega

Saturday, January 22, 2011

Rinocerontes abstractos



Ayer llegaron unos rinocerontes abstractos. Cansados, pero felices, de tierras tejanas. 
Unos rinocerontes montados en avión. 
Y aquí estamos, "peinando al rinoceronte que nos unirá a todos." 
Gracias Sean. 
http://somosfoesamis.blogspot.com/

Nada pasa

También decía Arlt que “ganarse la vida escribiendo es penoso y rudo.” Curiosos adjetivos estos de Arlt. Penoso y rudo: cross de mandíbula. Yo puedo ver a uno de esos héroes malditos de Arlt sentado en el colchón que sigue tirado en medio del solar yermo.

“Cubrir una torre”, dice Lorenzo. Cubrir una torre sin violencia, cubrirla por cubrirla. Hacer de la torre un no-evento: “Algo donde lo que pasa no pasa.”
 Y dice Fierro en su universo de rinocerontes que el “Arte pasa”: “Art happens”, dice Fierro citando a Whistler.

“Un no-suceder que me sucede a mi”. Pero, ¿de qué está hecho el no-suceder? Unas ramitas secas pretendiendo la sordera. El ruido que pasó dentro de un sueño: reproducirlo en la vigilia, sembrarlo en el patio. Cruzar los dedos. Esperar por un milagro que tampoco pasa.


Margarita Pintado

Friday, January 21, 2011

ENERO 20 (CONTINUACION)


Salgo de la siesta y oigo, encantado, a Julieta Venegas. Razón por la cual (aunque hay sueños muy difíciles de relatar), me relato las siguientes escenas:

escena donde la nostalgia, pues no pasa ningún enanito verde;

escena donde se me asusta la cara, por la presencia de un caballo ocupado por enanos amarillos;

escena donde un viejo del Home, con cara de actor 1920, y capa como la que pudiera usar un asesino anacrónico;

escena donde me convenzo que, aunque nadie lo crea, la Caperucita ama al lobo. 

Lorenzo García Vega

Thursday, January 20, 2011

ENERO 20


-Intentar ir a la contraria (?), no deja de ser bueno. 

Intentar ir a la contraria, en lo blanco absoluto.

-Pasarme un buen tiempo, diariamente, mirando para la pared. Eso fue en una "era". Así como, después, tuve una "era" donde visité, diariamente, a la colchoneta tirada en el solar yermo.

¿Qué fue todo eso?


-¡Qué buen retrato de época! Estoy en lo pleno colorinesco, rodeado por putas - labios rojos.

Se trata del afiche más convencional, y más pasado de moda que he visto nunca. 
Mamá me espera en lo que parece ser "la casa de París". Pero ¿no se tratará de una vivienda hollywwodense?

Hay de todo. Pero ¿qué significa esto? A lo mejor, fuera del ridículo, esto no significa nada.

Y ¿por qué buscan a la gorda pintorreada?

Pero ¿es que un anacronismo ridículo puede llegar a ser una hazaña onírica?

Me despierto a las cinco y veinte de la mañana. ¡Qué bobería!


-Repito: "Los zombis han desbancado a los vampiros", dice la prensa.

Lorenzo García Vega 

Zombies, final


Y la psiquiatra aséptica que parece un anuncio de pasta dental, tiene los dientes inquietantemente blancos. Dientes parecidos a los que puede tener un zombi. 

Lorenzo García Vega

Zombies, continuación


Regreso a la sala de cine, donde creo haber perdido mi chaqueta. La encuentro. 

Lugar como una feria, con mi psiquiatra -una norteamericana que no sabe hablar español-, buscamos un lugar donde nos podamos sentar a conversar (ya he dicho varias veces que no aprendí a hablar inglés). 


Me desplazo con gran ligereza, pero la psiquiatra me dice que estoy profundamente deprimido. 


La psiquiatra es una aséptica figura, igual a las que aparecen en la tele, anunciando una pasta de dientes. 


Lorenzo García Vega 

Wednesday, January 19, 2011

Zombies


-Habría algunos zombis, paseando por el lugar donde vivo, si yo fuese un dibujante de cómics.

¡Como me gustaría enredarme con mis zombis inventados! Esto sí que valdría la pena. 

-A oscuras la habitación sumergida. Dentro del bolsillo, la luz neón.


Suelo resbaloso, de un color siruela.

Se oyen caer gotas de agua. 


-Diría que un feo sadismo interior.

Gotas. Humedad. 

Frotando dos bloque de piedra. Chirriando.


-He soñado con una película sobre una escena famiar del siglo XIX inglés. 

Pero el argumento se ha borrado.

Sólo sé que he soñado. 


-Sale de ese lago de agua fría- ¿esto me lo dice mi madre?

¿Este mes de enero es igual a todos los meses de enero?

Lorenzo García Vega

-Ahora, al observar el agua que cae de una pila, podría dibujar ese rostro que nunca llegó a conocer: el rostro de la que pudiera haber sido la mujer de su vida (trasladar esto al cuadradito de un cómic).


-Roberto Arlt decía de una escritura donde “la violencia de un cross a la mandíbula”.

Imagino un esparadrapo cubriendo una torre, pero sin cross, ni mandíbula. 
A lo más, vuelvo a ver al maestro Rank, paseando por las calles del barrio donde vivo.

Es decir, algo donde lo que pasa no pasa. 

O sea, es ese no-suceder que me sucede a mí. 

¿Yo siempre he sido un hombre muy aburrido?


-Lo supervisado fue visto. O sea, dado con dado, dentro de un cubilete infernal. Pero ¡decir esto! Decir lo que estoy diciendo, ¿no implica una fea, escasa, imaginación?


-La madre de los trailes, la que se murió de frío. José Martí conoció a la niña de Guatemala. La que se murió de amor. 

Martí despertaba, todos los días, a las tres y cuarto de la tarde (esto, también, se puede meter dentro de un cómic).


-Entonces las tardes comienzan con palabras oficiales del Fiscal Mendía, un lector que finaliza tomándose un litro de cerveza. 

Pero, por una parte, la historia empezó (el dibujante no la ha sabido continuar). Y bonito ha sido saber esto (pero, ¿por qué).


-“Hermanos míos, permaneced fieles a la tierra”, decía Nietzsche. Pero ¿esa fidelidad es como la fidelidad a ese hueco en el patio, donde nos metemos para hacernos una foto? Y ¿dónde está la tierra? ¿Me entiendo?


-O sea, Dios es el eco del miedo.

(Feuerbach: “Dios es el eco de nuestro grito de dolor”.)


-Se concibe un argumento , o un personaje, o una escena / entonces, a partir de ahí, el rizoma conduce hasta una iluminación plástica, como procedente de un cómic.


Lorenzo García Vega

Saturday, January 15, 2011

Carta de Jorge Luis Arcos a Lorenzo García Vega

From: Jorge Luis Arcos
Subject: yoyi
To: logar8@yahoo.com
Date: Friday, January 14, 2011, 2:27 PM



Querido Lorenzo, no me contestaste nada del texto del alumno que te envié. Se leyó en dos días El oficio de perder y escribió ese texto.
Por cierto, leo todos los días el blog tuyo y de Margarita. Qué curioso, vi que citabas el fragmento de un poema de Ángel Escobar. En mi libro sobre tu obra intuí algunas afinidades entre Ángel y algunas zonas de tu mirada. También con Raúl Hernández Novás, estas mucho más profundas. Los dos poetas suicidas... ¿No leiste nunca la novela rusa Oblomov? Te gustaría ese personaje. Hay una película de Nikita Mijalkov, 
Oblomov, que acaso puedas conseguir por allá... Oblomovismo, es una forma de percibir el mundo cercana a tu sensibilidad: una suerte de oficio de perder. Yo leí el libro y vi la película allá, en mi otra vida, en Cuba, y me quedé obsesionado para siempre con ella. Pero no la he podido, la película, conseguir nunca más, a pesar de que su director es muy importante. Una vez la vi en en un club de video en Amherts pero estaba en inglés...
A partir del lunes me sumergiré de nuevo en tus libros para terminar antes de abril mi libro. (Monje Loco, segunda parte). En cuanto lo concluya te lo envío. Aunque no defenderé el doctorado hasta julio, cuando vaya a Madrid, quiero terminarlo antes de esa fecha porque por entonces debe nacer Yoyi II, es decir, mi hijo, y no sé cómo será mi vida después. Imagínate ¿cómo sera eso? Mi mayor esperanza es poder jugar con él. Un niño barilochense. Qué extraño es todo.

Noto que no has estado bien de salud. Pero a pesar de eso no decae la intensidad de tus vacíos. En eso eres fuerte. Hay que saber perder hasta el final. Tampoco Cioran se animó a suicidarse nunca. Eso siempre me había llamado la atención, hasta que encontré este pensamiento suyo en 
Silogismos de la amargura: "Solo se suicidan los optimistas, los optimistas que ya no logran serlo. Los demás, no teniendo ninguna razón para vivir, ¿por qué la tendrían para morir?". Por cierto, uno de sus pensamientos que más me gusta es este (del mismo libro): "Sólo intimamos con la vida cundo decimos -de todo corazón- una trivialidad". 

¡Ánimo, Lorenzo, hay que saber perder hasta el final! Eso es acaso lo más difícil, ese sentido al revés...

Dile a tu amiga, a Margarita, que si necesita algo para su libro, que me puede escribir sin pena.
Jorge Luis

Friday, January 14, 2011

ENERO 14


En este zuihitsu, la aparición del niño Sebastián Marcel de Cuba. A su padre poeta, Pablo de Cuba Soria, le envié este mensaje de anacrónico origenismo: "Todo va hacia su salvación". 

O sea, le envié una frase en la que no creo, pero que es linda.

Lorenzo García Vega

Thursday, January 13, 2011

El blog, un lindo rizoma (respuesta)

“El lunes me desperté a esa hora inanimada y nula en que la noche ya está por terminar y sin embargo no ha nacido el alba. Descansaba en una luz turbia y mi cuerpo sentía un temor mortal que me oprimía el alma, y el alma a su vez oprimía el cuerpo…, y hasta la menor de mis partículas se contorsionaba en el presentimiento atroz de que no ocurría nada, nada cambiaría, nunca pasaría nada, y aun cualquier cosa que se emprendiese no sucedería nada y nada”.

Con estas líneas comienza la novela de W. Gombrowicz, Ferdydurke. En el umbral del tiempo, a esa hora en que los viejos adolescentarios se despiertan, como entumecidos, practicando una finísima muerte. Exorcismo de lo que no pasa, malabarismos del alma en una noche de esas, en que el cuerpo nos queda chico.

¿Un lenguaje de la ignorancia? La práctica sesuda de un no saber mucho, de un casi saber lo que siempre se escapa, eso, la conciencia plena de no poder asirnos de una idea, por muy noble y cercana que parezca. ¿Es este el lenguaje de lo inmaduro? ¿Cabe este como idioma dentro de un cubo virtual? Un lenguaje de lo posible, afirmo. Pero, inmediatamente, dudo. Creo que estoy siendo demasiado optimista.

Pero la lengua de lo posible, aún como hipótesis, señala una ruta incierta, poblada de fantasmas con anteojos que se preparan para leer el gran texto que todavía no ha llegado. ¿Está el blog más cerca de la poesía? ¿Puede morir un pájaro aquí? Yo diría que el blog es como una sala de espera en donde algunos informantes con tendencias artísticas deciden decorar, imaginativamente, unas paredes que no quieren encerrar nada. Lorenzo, rozando la teoría. Citando de desmemoria a Deleuze: “Aquí todo cabe, todo entra, todo se conecta.” El blog es el pozo claro, y sin fondo, de donde emerge un rizoma. ¿O un cuje espiralado?

Entonces, yo creo, que todas las fotos, y todos los diagramas, e incluso, cada una de estas palabras no existen. Ellas quisieran existir, ellas querrían decir, y puede que, en su no poder decir, estén diciendo cosas que nunca nadie ha dicho. Esto va perdiendo el sentido, pero estas cosas se nos es permitida a los que “corremos” un blog.

Puede que él tenga razón, puede que el blog sea el lugar diseñado para la lectura de los nadies. ¡Cuánto hubiera gozado Macedonio con un blog! ¡Cuántas nadas acumuladas para adornar! 


Margarita Pintado

El blog, por un lenguaje de la ignorancia (continuación)


Por lo menos, en este momento, me apacienta la tontería que puedo tener sobre mí. Pero ¿hasta que punto puedo contar con esa tontería?


Y un restaurante de la calle Belascoaín, cerca de donde estaba el Hotel que se cayó. Cayéndose él también. Oscureciéndose, él, con un color de oro viejo. ¿Pero eso, ahora qué puede significar? 


Lo que sé, desde un carrusel. Ese lugar común que vuelve de nuevo. 


Mes de enero. Vuelve la noche, con el avión que pasó a las 10. Soy un obsesivo. 


“y un atardecer casi lila dice que esta es la tierra / que nos dieron, donde sería bonito remontar / sin más un papalote, y arrimaría un ramito / de albahaca al proximo suicida.” Angel Escobar.

Lorenzo García Vega

El blog, por un lenguaje de la ignorancia


"Necesitamos un lenguaje para nuestra ignorancia", cita de Gombrowicz, en el Diario de Piglia. 

Mi zuihitsu, el lenguaje de la ignorancia. Sí, algo de eso es lo que estoy buscando. 


Hoy, como a las tres de la mañana, me desperté artrítico y con todo el cuerpo contraído. Alguien, entonces, dentro de mí, me dijo que yo no debería de haber seguido viviendo, me preguntó la razón por la cual yo no pude suicidarme. Yo no pude...


¿Por qué estoy escribiendo esto? Bueno..., quizás un zuihitsu lo debe incluir todo, hasta lo energuménico, y aunque se escriba en un blog. 

Entonces, continuando con mi despertar a las tres de la mañana, recordé aquel libro, "La tumba sin sosiego", que tanto releí. 

Tres libros me permitieron sacar cuando me fui de la asquerosa Cuba castrista, y uno de los que escogí fue "La tumba sin sosiego". 

Es curioso, cuando acabé de escribir esto que estoy diciendo, sentí que ya no tenía artritis ni contracción en el cuerpo. Es curioso. 
¡Un lenguaje para nuestra ignorancia! Y en el blog, porque a los editores, si uno no deja de ser un no-escritor, no les interesa publicar nuestros diarios. Hay que seguir escribiendo para nadie, y quizás, paradójicamente, el blog es el mejor medio. 

Lorenzo García Vega

Tuesday, January 11, 2011

Cartas abiertas: Rogelio Saunders y Lorenzo García Vega


Margarita: esta es mi carta respuesta al autómata que soñó Saunders. Creo que se puede meter en el blog. lorenzo


P.D. Hoy hay algo raro en las hojitas que están frente a la ventana. Cualquier día esto termina mal. 

--- On Tue, 1/4/11, Rogelio Saunders 
wrote:

From: Rogelio Saunders 

Subject: Allá lejos y hace tiempo

To: "Lorenzo García Vega" 

Date: Tuesday, January 4, 2011, 10:46 AM
    

    Feliz año nuevo, Lorenzo, querido tiburón crudo! Te envío un texto que escribí allá lejos y hace tiempo (a ver si te animas y me envías también algo tuyo). Antes de conocernos, ya nos conocíamos.
 
Un abrazo grande,

Rogelio.







--- On Mon, 1/10/11, Lorenzo Garcia Vega wrote:
From: Lorenzo Garcia Vega 
Subject: para el blog
To: "Rogelio Saunders"
Date: Monday, January 10, 2011, 11:42 AM




    Hoy es lunes, enero, y habría que leer las cabañuelas (en el campo, cerca de Jagüey, una vieja, llamada Nené, las leía). Siempre me acompañas, aunque a veces me meta debajo de la mesa y no me veas. Creo que también estoy detenido frente al abismo al revés. ¿Qué voy a hacer, si ya tengo 84 años? Y ese amarillo del que hablas: está como cerca de tan lejos que está. ¡Qué raro es eso! Había una bodeguita, la bodeguita de Falcón, cerca de mi casa -la única que tengo-, en Jagüey. Querido Saunders, ¿y que pasaría si nos metieramos a espiritistas?
lorenzo 
 

Hielo adentro

No es tanto la nieve, no. Parece que es el hielo lo que va tallando el recuerdo de esta mañana en Atlanta. Y es este caminar sobre una fina capa de hielo, el territorio más extraño que ahora, parece, me corresponde. Y es este hielo lo que se ha impuesto como género literario. 


Hace un año exacto, antes del ping-pong, antes de conocer a Lorenzo, escribí algo para él (aunque ni él ni yo lo supiéramos) inspirado en la nieve. Allí decía yo, un yo que es anterior al yo de hoy:"Es decir, no se trata de narrar lo que pasó aquel día de nieve. Un libro blanco. Hay que narrar la nieve. Cómo se formó, de dónde vino. La nieve en los zapatos, la nieve dentro de mis pies." 


Pero hoy no, el yo de hoy está como envuelto en hielo, y se me va resbalando en este suelo lleno de grietas que dejan ver el agua como un río minúsculo atrapado en una urna de cristal. No sé si me estoy explicando bien: yo salgo, afuera todo es una página en blanco, mis botas quieren romper todo eso tan dormido, tan apaciguado, y entonces, asoma el agua. Debajo del hielo, una corriente arrastrando cosas tan minsúculas, tan como sensibles, cosas que uno nunca sabe, pero que están; cosas que sólo aparecen bajo la dictadura del hielo. Y es eso lo más conmovedor de este día, y es eso lo único que importa, la única materia de este relato. 




Porque hoy me asomé a la ventana y vi en las ectalactitas heladas una historia familiar, una historia que existía ya dentro de mi, sin que yo la supiera, una historia, claro, posible, tomando su forma en un presente que es futuro. 


Será que los vasos de agua que él arrojó en el jardín de los espectros se me aparecen a mi, colgando de la ventana, muriendo de frío. Será que sus distracciones son las semillas de todos mis relatos. Será que aquel viento enloquecedor está viajando ahora debajo del hielo.


Presiento que no estoy en edad de perdonar mi pasado. Tampoco de aceptarlo. Yo, todavía no sé muy bien qué cosas constituyen un pasado. Aunque hay cosas que son obvias. Hay cosas que se sabe, no vuelven, pues se quedan atrapadas detrás de lo frío.


Un manto blanco simulando ser cielo. Intuyo que esta imagen en donde un yo se despierta rodeado de lo blanco, será uno de los primeros recuerdos de mi lista. Si es que eso me ocurriera a mi. Si es que yo, en verdad, tuviera esta vocación de enumerar el gesto; si es que yo contara con este frágil oficio de narrar lo intraducible. Eso que se ha quedado, recorriendo los parajes oscuros y dormidos que habitan dentro de un pedazo de hielo.


Margarita Pintado

Monday, January 10, 2011

Enumerar


¿Lista de recuerdos? Aquella mañana, al enloquecer el aire, dos viejos autos iban por el trillo, uno detrás del otro. Esto sería el primer recuerdo de la lista. 


Búsqueda de lo que en uno siempre ha estado loco. Después, agarrar un género literario, o una mezcla de géneros, para expresar eso que en uno siempre ha estado loco.


La locura que siempre se tiene dentro. ¿Cómo, uno, se puede olvidar de eso?


Ese territorio extraño que me ha correspondido. ¿Por qué, nunca, he tenido el valor de colonizar ese territorio? 


Yo abría la puerta que daba para el patio. Esto era por la noche. Entonces arrojaba un vaso de agua, sobre la tierra: los árboles que veía se habían convertido en espectros. En seguida, como con miedo, yo cerraba la puerta y me metía dentro. Entonces, de verdad, la casa era un refugio.

Todo esto, lo recuerdo ahora al leer esto del chileno Raúl Zurita: “La noche es el manicomio de las plantas”. 

Arrear palabras, como un retraído. ¿Qué quiero decir con eso? No lo sé decir, aunque…, sí, quisiera arrear con ese tono de distraído que a mí me debe corresponder. Todos estamos distraídos, y yo también estoy distraído. 

“Nada es original. Robos de cualquier lado que resuene con inspiración o que impulse tu imaginación (…). La autenticidad es incalculable, la originalidad inexistente”. Jarmusch.

Aparecieron los posibles brujos. Lo imposible como posible. El agua que, por la noche, se tiraba sobre la tierra del patio. Voces del campo. Los bichos estaban escondidos.
 
Ahora sí que los muertos están a flor de piel. La autenticidad que vuelve: el plato caliente, en la cocina.
 
O sea: repito, repito, repito: lo mismo, lo mismo: lo amarillo; aquel patio en la noche, con un cienaguero tocando una filarmónica en el patio del Hotel Vista Alegre.

¿Estoy perdonando a mi pasado?

No, no perdono. Sigo rechazando, sigo odiando. Pero ahora, junto con rechazar, también acepto. 

Mastico, lo que he odiado. 

Acepto, por primera vez.

Las mujeres de las islas canarias eran batidas por el viento. El viento engendraba la locura. El viento siempre ha sido muy importante. Pero, no voy a explicar nada. Sobre todo, deseo enumerar. 

Lorenzo García Vega

SABADO DE ENERO (CONTINUACION)


Era el final de curso, y al salir del colegio de los jesuitas tres medallas de mierda tintineaban en el saco de mi uniforme. 

Mi padre ¡el pobre!, se sentía orgulloso. 

Le ordenó al chofer de alquiler que nos condujera hacia la casa de un viejo farmaceútico, que había sido su jefe en los años de su juventud.

Mi padre, repito, se sentía orgulloso de mí (creo que fue la única vez que se sintió orgulloso de mí). Yo, parado con mis medallas, tuve que someterme a la contemplación del viejo farmaceútico. 

Se oían las olas del mar, pues el lugar donde mostré mis tintineantes medallitas, estaba frente al malecón. 

Yo, por un instante, soñé que dentro de un reloj se refugiaba una multitud de ovejas.

Fue el día más ridículo de mi vida. 


Lorenzo García Vega

SABADO DE ENERO (CONTINUACION)


El callejón de los mareados, o el lugar donde hubo un cine.

Averiguar sobre esto.

Observación final: nunca nos veremos en el otro mundo, ya que no hay otro mundo.
Lorenzo García Vega

SABADO DE ENERO


Invadido por la artritis. No puedo ni moverme. Rimbaud. Viajo, viajo y viajo, por geografías exóticas. Pero viajo sin moverme. O sea, soy un viajero que no da ni un solo paso. Caído en el África de Rimbaud. 

Todos se acuestarn a dormir, en el barco que está en el puerto. Yo me paseo por una calle de maderos. Hay una gran botella de coñac, en el bar destartalado. ¿Esos marinos viejos, cómo me ven? O dicho de otra manera, unos marinos viejos me ven, pero es como si no me vieran. He entrado, de cierta manera, en el país de los sueños.


Comienzo y fin.


Al llegar al exótico puerto, en calidad, por supuesto, de bicho raro, siento que, de cierto modo, he regresado al principio o, dicho de otra manera, siento que he regresado al lugar de mi nacimiento (?).

Pero, entonces, hay dos visiones. Pero ¿qué tienen que ver una con la otra? ¿Cómo, en un cuento, se pudiera meter este lío? 

¡Qué extraño! Mis años los he pasado haciendo apuntaciones sobre mis años, y ahora resulta que, cuando sueño, me parece que estoy soñando por primera vez en mi vida. Pero ¿qué es lo que quiero decir? 


¿Por qué estoy diciendo cosas que no sé bien lo que quieren decir?
Yo tengo que arreglarme, tengo que componerme, tengo que ordenarme. A veces siento como si todos los presentes de mi vida se fueran a meter en el saco de un rizoma. Cómo si… ¿Es que me estoy acordando de Funes, el memorioso? Pero, yo no me puedo acercar a Funes. Yo no tengo nada más que pedazos.


Lorenzo García Vega

Saturday, January 8, 2011

los tíos y la ruina


¿Y cómo sería vivir en un país ocupado sólo por tíos que fuman, y construyen casitas? Porque yo también tuve un tío, y ahora la verdad de los tíos aparece como la única verdad posible, y como con una coronita de humo. Porque como es natural, mi tío, el tío Pablo, también fumaba. Y arreglaba cosas en una casita que había empezado por ser sólo la casita en donde se arreglaban estas cosas (televisores, radios, grabadoras, máquinas que yo ya nunca sabré qué eran), pero que después de un tiempo, se convirtió en su único hogar. Y todos presentimos que mi tío se iba adentrando a un mundo turbio, oscuro, en donde su mutismo competía con el ruido de sus manos, y el de los objetos que se iban arreglando. ¿Se objetificó el tío Pablo? No se sabe. Hace tiempo no se sabe que fue del tío Pablo. A veces nos llegan noticias desde algún lugar de la Florida. Entonces, ahora que Lorenzo recuerda a su tío Alejandro, yo recuerdo a mi tío Pablo, y recuerdo sus múltiples revistas de mecánica, y recuerdo los platos grandes de arroz que se servía, y recuerdo como la suma y la resta eran para él lo más crecano a la poesía; lo recuerdo siempre, buscando una pregunta que lo atara a la familia, o a un árbol, o a la esquina de una calle. Pero nada sacudía al tío. Tan lejano siempre, y nosotros, todos, tan enamorados de esa lejanía. 

Así que en el principio, fue un tío. ¿Y qué habrá sido de aquella casita? ¿Se encontrará de frente, en alguna cifra del tiempo que desconocemos, con la casita del tío Alejandro? ¿Podrá un dibujo de elefante hacerle compañía a un televisor averiado? ¿Podrá la ruina atravesar toda esta maraña de recuerdos que no acaban de dar pie con bola? ¿Podrá esta bola (¿de ping-pong?) patear al elefante? Todo irrisado. 

Lo veo también a él: un tío Alejandro construyendo casitas para abandonarlas, un tío, mirando de reojo una casita, como quien mira un país lejano, y negándose la entrada. Los papeles muertos de frío tropical, ablandándose en su soledad.

Aquí está el origen de todas las cosas, de todos los oficios, de todos los fracasos, de todas esas historias que no llegan nunca a un final.

Entonces, todo está hecho de ruinas. Trepando paredes de casita. Mordiéndote las manos. Quemándome los ojos. Juntándose en esta como sed que sólo puede emerger de la oscuridad neón de un pozo.

Margarita Pintado