-Ahora, al observar el agua que cae de una pila, podría dibujar ese rostro que nunca llegó a conocer: el rostro de la que pudiera haber sido la mujer de su vida (trasladar esto al cuadradito de un cómic).
-Roberto Arlt decía de una escritura donde “la violencia de un cross a la mandíbula”.
Imagino un esparadrapo cubriendo una torre, pero sin cross, ni mandíbula.
A lo más, vuelvo a ver al maestro Rank, paseando por las calles del barrio donde vivo.
Es decir, algo donde lo que pasa no pasa.
O sea, es ese no-suceder que me sucede a mí.
¿Yo siempre he sido un hombre muy aburrido?
-Lo supervisado fue visto. O sea, dado con dado, dentro de un cubilete infernal. Pero ¡decir esto! Decir lo que estoy diciendo, ¿no implica una fea, escasa, imaginación?
-La madre de los trailes, la que se murió de frío. José Martí conoció a la niña de Guatemala. La que se murió de amor.
Martí despertaba, todos los días, a las tres y cuarto de la tarde (esto, también, se puede meter dentro de un cómic).
-Entonces las tardes comienzan con palabras oficiales del Fiscal Mendía, un lector que finaliza tomándose un litro de cerveza.
Pero, por una parte, la historia empezó (el dibujante no la ha sabido continuar). Y bonito ha sido saber esto (pero, ¿por qué).
-“Hermanos míos, permaneced fieles a la tierra”, decía Nietzsche. Pero ¿esa fidelidad es como la fidelidad a ese hueco en el patio, donde nos metemos para hacernos una foto? Y ¿dónde está la tierra? ¿Me entiendo?
-O sea, Dios es el eco del miedo.
(Feuerbach: “Dios es el eco de nuestro grito de dolor”.)
-Se concibe un argumento , o un personaje, o una escena / entonces, a partir de ahí, el rizoma conduce hasta una iluminación plástica, como procedente de un cómic.
Lorenzo García Vega
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