¿Y qué estamos haciendo aquí?

Pues no se sabe bien, pero resulta que al escritor Lorenzo García Vega le ha dado por intentar una novela conmigo, una estudiante graduada quien intenta, entre otras cosas, escribir una tesis sobre la vida y la obra de este señor que ahora es mi amigo. Lo que irá apareciendo aquí es, en palabras de Lorenzo: "un zuihitsu en el que fuéramos relatando, a la manera de un diario en email, el relato de nuestra relación (una relación establecida por motivo de una tesis, pero donde, lo que estaría, fuera el invento que haríamos, tú y yo, de nuestro pasado y de nosotros mismos, como dos personajes de generaciones distintas que tratan de encontrarse, inventándose."

Friday, December 31, 2010

Ángeles mojados


                                      Ángel mojado

Un ángel mojado pero con esa agua alquímica que no moja. Este ángel de Demi lo tuve guardado en un baúl que estuvo en Jagüey Grande (había, a su lado, un saco de azúcar prieta), pero que ya, por supuesto, no existe.

Lo que no existe es el agua que no moja. Y siempre, en un rizoma de esta Playa Albina, me vinculo con la pareja Demi-Arturo, sumergiéndonos en esa agua.  

Esta historia de ángel guardado en baúl, por supuesto que  no tiene sentido, pero insiste en ser una réplica de esa cabeza del insecto con que sueña Demi.Habría que seguir diciendo sobre esto, pues me gusta insistir (y creo que a Arturo-Demi les sucede lo mismo) en lo que no tiene sentido.


El insecto


Lorenzo García Vega
Dibujos de Demi

Thursday, December 30, 2010

EL PROSTIBULO


Una familia maldita. Un grupo maldito.


Girando dentro de un hospedaje en ruinas, lugar donde todo puede suceder. 


Manchas de sangre.


A veces el cuerpo se precibe como un barro blanco –demasiado blanco- y húmedo.

Este hospedaje tiene una relación con el prostíbulo que, repetidamente, se me aparece.

Lo espectral. Sugiere la posibilidad de encontrar una playa, y al lado de esa playa, una ciudad que fue: escondida y tenebrosa, ya. 

Hay lugares de La Habana: la Plaza del Mercado, la calle Benjumeda, Cuatro Caminos.

Por último, aparece María Luisa Milanés, no como la poeta suicida que fue, sino como la amada de un pintor -¿pintor de una lluvia a lo lejos?- que no existió. 

Cuando despierte, trataré de encontrarme con la ciudad perdida para indagar sobre su relación con el prostíbulo repetido. 



Lorenzo García Vega

Wednesday, December 29, 2010

2 DE LA MAñANA, DICIEMBRE 29


NO HAY POR QUE ENTENDER NADA

Al llegar, 5 de la tarde, a la boca del despertar, toco una rueda, una gran rueda amarilla. Hasta aquí Robin Hood, en el film sobre el medioevo, con el imperio donde los secretos de cartón, tan semejantes a las lagartijas. 

A través de unos espejuelos blancos, pertenecientes a otros tiempos resplandeciendo reinas o, tal como tacones de aventureros, tal como tesoros bajo una laguna.


Bajo un escalofriante, ¡Hollywood!, miedo negro. Miedo negro con letras amarillas. 

Estoy sabiendo esto, pues me estoy despertando. Saliendo de la boca grande, algo así como un invento donde mi cuerpo no se liberara del peso, escalofriante, de los muertos. 

Pero ¡nunca dibujaré nada de eso! ¡Nunca sabré dónde he estado!
La cajita se convirtió en un reino, y yo pude sentir que estaba dentro de ese reino. Es que estaba en Hollywood, en Disney Landia: sótanos con músicas azules, aunque no he oído nada. La historia de la cajita es la que yo pudiera recomponer, si mis huesos se volvieran con una secreta muerte negra. Lo amarillo, la rueda amarilla, donde la historia que siempre me ha pertenecido, abrió todos sus colmillos.


Pues, en cuanto a colmillos, Robinson Crusoe, también, ha traído todos sus pecios. Colmillos, con joyas, en la noche de los cinematógrafos del pasado. 

Hay un retrato de Groucho Marx.

Cuando mi cuerpo se resiente de haber sido masticado por los dientes del gran colmillo, entonces la estereotipada gran dama está siendo manipulada por el estereotipado tapiz donde está el unicornio. Esto, por supuesto, aunque artificial, se parece a un miedo. A un miedo que –inventémoslo así - , una vez, se enteró en una orilla de caracoles cónicos. 


Esto quiere decir que hay que hay vidrieras que no oigo y que, tampoco, quiero oir.


Estoy saliendo del sueño 5 de la tarde.
Lorenzo García Vega

Neón natural

Luces pequeñas, asomando cabecitas de colores. La noche con sus brillos, como con guantes de seda, trepando angustias de hombros. Hace tiempo ya. Que ni el frío ni el calor, que ni las alas de hierro, ni las plumas más livianas, van diciendo sus preguntas como en lluvia de cerbatanas.
Pero las luces, con sus dedos halados, forrándome los pies con ese color que a veces se sale de las voces de unos niños cantores bajando por la montaña que hay detrás de mi casa. Pues todo está, úlimamente, como atrapado en cintas de colores. Rueda un film navideño. Y atrapada como estoy, me invento una nueva forma del neón.
Un vivir, un sentir, un dormir, un soñar, y hasta un escribir, sólo en neón
¿Conciencia amarilla? ¿Caminito de arena?
Ventana boca abajo escupiendo insignificancias de sol.
Parece mentira el paisaje: una playa, un cuadrito azul, un punto dorado, un escondite blanco debajo de lo azul, un deseo verde. Un humildemente querer sustraerse, borrarse un poco, empezando por los pies, de estas arenas movedizas en donde todo quiere luz, en donde todo pide luz, en donde todo se muere sin este claror, en donde
todos
todos
todos
enfermos están de neón.

Margarita Pintado

Neón estructural II


Bajo el agua, en las piscinas de los moteles de la Playa Albina, están las estructuras neón.

Lorenzo García Vega

Neón estructural I


Sería delicioso despertarse, iluminado por una estructura neón.Después, uno reordenaría el no-hacer de todos los días.


Escapar de una depresión con la destilación, en términos musicales, de una estructura neón (recordar los moteles de la Playa Albina: ellas tienen estructuras neón). 


Lorenzo García Vega

Monday, December 27, 2010

CARTAS ABIERTAS: LORENZO Y PONTE


DICIEMBRE 23 


Al Antonio José Ponte, le pasé el siguente telegrama navideño:
FELICIDADES, DESDE ESTA VILLA MARISTA QUE TODOS LLEVAMOS DENTRO

lorenzo

DICIEMBRE 26

Cuando, frente a un lago nocturno, la presencia del silencio.
Un globo invisible. ¿Un globo invisible tiene que tener habitantes invisibles?
Ese pasado de los fantasmas que investigan los espías. Pero ahora somos nosotros, los fantasmas, los que investigamos a los espías. 
O sea, me sorprende la Noche Buena, con ese lago negro, sereno, nocturno, donde arriba flota un globo –repito ¿con invisibles?-
¿Cómo voy a explicar todo esto? 
Frente a ese lago de la Noche Buena, el vestido de los fantasmas – o una boca de fantasma- , con unas notas azules, para el reventar de los voladores (o sea, cuidar bien la noche, sobre la Villa Marista).
¿Cómo fue, cómo se remienda un pasado que ya no existe? El fantasma de los espías, fantasmas de los cuales ya somos sus espías.
Lo que fue el moño de la vieja pálida. Vamos a ver si nos entendemos: al romperse un espejo, siempre surge el perfil de una vieja pálida, que acaba integrándose con un moño. O, lo que es lo mismo, de una muñeca salió la reducción de un saco de azúcar, saco de azúcar que fue una jicotea –la jicotea estaba en una pequeña fuente del patio del Hotel Vista Alegre, en Jagüey Grande- y, al abrirle el cuello a la jicotea se anunciaba la caída del dictador Gerardo Machado, en 1933.
Añicos de palabras, añicos de imágenes. 
¿Cómo voy a explicar todo esto?
Sólo una noche yo estuve en Villa Marista. Fui invitado para ir para el campo, pero como un documento que tenía me justificó, sólo tuve que ver a los demás invitados que montaron en camiones, en aquella noche, hacia el horror pacífico, sereno, del trabajo en el campo.
Frente a un lago, nocturno, de esta Noche Buena.
¿Cómo fue que se inventó un pasado que ya no existe? El pasado que vigilaron los espías. Pero ¿ya estamos espiando el pasado inexistente de los espías?
En este lago que veo en esta Noche Buena estoy, increíblemente, bajo el techo de la Villa Marista. ¿A qué zuihitsu puede pertenecer esto? No entiendo. 
No entiendo, no se entiende nada, pues hay que inventar una vez, que una vez estuvo en un baúl. ¿Cómo es eso? ¿Salió, también, del cuello de la jicotea del Hotel Vista Alegre? 
Y ahora acabo de leer en la escritora Müller: “Y nada acaba/ en el alfabeto de la angustia/ tan cabezacaminamente pesado / y a la vez lagartijamente delicado / como el presente”.
¿Una Noche Buena se puede parecer a Villa Marista? ¿Villa Marista ha inaugurado una era imaginaria? La respuesta la pudieron dar los espías, y nosotros, aunque ahora somos los espías de los espías, no acabamos de saber, bien, como es la cosa. Hay que esperar. 

Lorenzo García Vega

From: Lorenzo Garcia Vega <logar8@yahoo.com>
Subject: Re: A Lorenzo, por su Carta
To: "Antonio Ponte" <tuguria@hotmail.com>
Date: Thursday, December 30, 2010, 10:32 AM

Villa Marista, ya estoy convencido, es el modelo  de los Homes para ancianos que yo le sueño a esta Playa Albina, y esto, si aprendemos a concebirla como el lugar de una nueva era imaginaria, donde lo que para locos y ancianos que  se puede encontrar aquí., en la albina,  viene a ser  la traducción de esa casa de espías que hay allá,  en la orilla castrista. Así, ¿no lo crees así?, se le pudiera añadir un capítulo a ese  sistema poético que ya, por cierto, sus comentaristas lo han convertido en algo muy aburrido.  . Me alegra  mucho que lo incorpores a tu diario, lo espero. ¿Cómo andas? Siento que estemos alejados.
lorenzo
P.D Es absurdo lo que te estoy diciendo? No, Estudiándolo más, con una buena razón narrativa, la cosa se vuelve transparente Tú, con tu lupa puesta sobre las ruinas, y con tu acercamiento a la Villa Marista, nos has enseñado a todos cómo acercarnos a la era imaginaria de esa Villa. No hay que darle más vueltas a esto que digo. La cosa es así.
From: Antonio Ponte <tuguria@hotmail.com>
Subject: A Lorenzo, por su Carta
To: "Lorenzo García Vega" <logar8@yahoo.com>
Date: Thursday, December 30, 2010, 4:39 AM
Querido Lorenzo:
Gracias por dirigirme esta correspondencia fantasma, que empieza con visitantes misteriosos, con un globo invisible como la esfera pintada al gris que está en el reverso de las tapas de  los trípticos del Bosco, y que los visitantes del museo apenas perciben. Y globo y carta que se abren, como siempre en tus textos, a perplejidades mayores que las de un paseante nocturno ante un lago en silencio.
Me gustaría, si no tienes inconveniente, publicar tu Carta en Diario de Cuba, avisando que ha sido tomada de tu blog. Avísame en cuanto puedas para alegrarle estas horas finales de año a los lectores.  Abrazo grande, feliz año venidero, que nos junte en Madrid,
P.

Friday, December 24, 2010


Unos huesos más negros que vivos. La revelación, en azul, de tres líneas. Me desperté muy tarde. Pasó un avión, y me dejó triste (y también unas muñecas con caras tristes, pero no reparé en ellas). 

Dijo el viejo teósofo del Home:

-Anoche, en el sueño, muy amablemente le sonreí a la anciana que entró en el circo, en el momento de comenzar la función. Es que estoy anticipando eso: la reparación que tendré que llevar a cabo, en mi próxima encarnación. Yo me entiendo. 

Lorenzo García Vega

Thursday, December 23, 2010


Se alarga, en color crema se sostiene el tiburón.

Un mar desprendido del rojo: se escabullen las islas de tinta.

Las patas, viejas, podridas ya, del insecto blanco. Esto, si hubiera agua, nadaría por nadar, nadaría por gusto (finalizaría entre islas, pero ¿ las islas existen?).
La historia es más corta -en rojo- de lo que se cree y, sin embargo, puede que no tenga fin. 

El folletín comienza con la historia de ese personaje femenino: Emma Esquinner.

Por supuesto, estoy en la Playa Albina, y está pasando un avión por encima de la casa.

No tengo por que repetir que, yo, nunca he sido feliz. 

Lorenzo García Vega

PRETENDO DIBUJAR


Yo no estoy muy decidido a emprenderla con una taza de café.

Yo quizás, nunca, me decida a inventar una taza de café.

Yo nunca soñé – lo que se dice soñar- una taza de café. 


Yo tampoco he soñado con cuervos, ni he soñado con tijeras que manipularan los cuervos. 

Una taza de café, repito, ha sido lo que no he sabido hacer.


Quizás en mi infancia, en Jagüey Grande, soñé una piñata en medio del patio, pero de eso nunca estaré seguro (había, de eso sí me acuerdo, una pila).


Para inventar un árbol, no sé por qué, yo tendría que inventar una taza de café.
Pero lo raro, lo que nunca podría conseguir, es extender la tela –una flora resumida en una yagua- donde algunos caracoles –viejos caracoles- tendrían el color enfermizo de un algo, cremoso por necesidad. 

Y es que, lo interesante sería es que, el árbol que está frente a la ventana de mi cuarto, dejara traducir un vacío (Esta, aunque no me lo confiese, es una de mis más persistentes obsesiones).


Pero, ya se sabe, yo no sé dibujar.


Todo lo que no he cumplido se volvió, por no haberlo sabido hacer, blanco.

Puede ser una larga enumeración.

No fue un Lunes, ni tampoco en ningún Mercado.

Repito, puede haber sido una larga enumeración. 


DIRECTORIO DE UN PURGATORIO 
Esclavo me he sentido desde ese entonces. 

Sumido entre flores sin ningún valor. 

¡A esto sí que se le puede llamar nonsense!


En otras ocasiones me reí. Esto quedó registrado en algún Directorio de un Purgatorio. Actualmente, no creo que me río.


Mata-Hari –lo supe cuando, de niño, iba al cine-, tenía grandes ojeras -¿de color violeta?-.

Matusalén, también, era un viejo muy entendido (sobre todo en humanidades).

(“Como los viejos que en el Home se odian”, es lo que suelo repetir).


Filosofía, sí que no voy a extraer de todo lo que estoy diciendo.


Hoy es un día bonito. 

Lorenzo García Vega

Prostíbulo


Tal como si fuera como lo que pudiera denominarse “un prostíbulo de la ineficiencia”. ¿Un prostíbulo de la ineficiencia?, ¿qué puede ser eso?

O también pudiera llamarse un prostíbulo de tarados. ¿Qué es eso?


Sexualidad al revés, por lo pronto, girando alrededor de una nada. Es como si faltaran los ojos.

En una gran azotea, no me cabe duda de eso. Girando, y girando, y volviendo a girar, las prostitutas. 

Nunca se han visto prostitutas menos carentes de atrativo. 


(¿Lo que se está tratando es de unas jornadas como las del marqués de Sade? ¿Un Sade sin nada que contar?)

O, para explicar mejor la cosa, he aquí algunas manifestaciones:

-es un Infierno donde nadie se quema – extraño lugar, sin duda;

-o es un lugar del asco, pero un asco del vacío, un asco que resulta después que se exprime el vacío; y esto donde ciegos –ciegos, por supuesto, carentes de toda atracción sado-masoquista-, sentados en los taburetes del prostíbulo.
 

Es que el Infierno – prostíbulo donde no se siente nada, se inventa cuando ya no existe el Deseo. Sería, entonces, como la casa de prostitución que suelen visitar los muertos. Y esto, donde nada invita a ir allí y, sin embargo, sin saber por qué, se está allí. Pues es como contraer una lepra que no fuera nada. Una lepra que ni siquiera fuera lepra. Pero ¿dónde está aquella creolina conque se limpiaban los pisos de los prostíbulos habaneros?


No está ya la creolina, pero no está con un olor que viene a ser el olor de la ausencia de la creolina. 

¡El no-olor olor de la ausencia de la creolina¡

Unos payasos blancos, pero sin existencia.


Entraron ellos, unas horas antes. Viven, ellos, una hora antes del vacío, Pero ¿es que el vacío tiene una hora antes?

Un sadismo, lo cuento, donde el Deseo nunca llegó a estar. 

Y, ¿quién me lleva a ese prostíbulo?

Esto, entre otras cosas, es la pesadilla de un viejo loco rodando por: la cal, las paredes de tierra.

Las prostitutas tienen en su cuerpo una pared de tierra. 


Es para raspar lo que que siempre se puede desprender.


La pesadilla de un loco, en el Home, durante toda la noche.


Pues hay un agua podada, podrida. El agua podada, podrida, que lo sustenta todo.


Lo sustenta. Es la base de todo. A partir de ahí se levanta el prostíbulo donde no hay Deseo.


Pero, advierto que no estoy durmiendo, ni tampoco estoy despierto.


O, paea explicarlos mejor, lo que obsede es un sueño que no tuve, - o un sueño donde se me olvidó que tuve un sueño- , por que, al despertar, no se despertó.

Lorenzo García Vega

Sunday, December 19, 2010

Vacío


Excrecencias negras y, también, blancas, pequeñas, manchas. Me crecen por los dedos.
En mi infancia, en Jagüey Grande, había un maestro –vestido de negro- que se llamaba Quiterio Fuentes.
Pero, vuelvo a la casa de mi abuela. Sigue la noche.
Sigue la noche, pero ahora juego: me disfrazo de fantasma y, con una sábana cubriéndome, salgo hasta la acera. Llega la policía.
A la policía le digo que yo soy abogado (en realidad, yo estudié la carrera de Derecho).
También llega una muchacha. Es Judit, mi hija.
Me digo que, sobre todo, exprimir el vacío, pero no sé si tendré fuerzas para alcanzar esa meta.
Vacaciones. Un lugar de recreo. ¿Un lugar de recreo? Puede que sea así, aunque yo no me siento en un lugar de recreo (¿no debería intentar historias rocambolescas?).
Pues se trata del lugar de las ruinas. ¿Lugar de recreo, y lugar de las ruinas, al mismo tiempo?
Es que siento mucha ansiedad: tengo que regresar: el regreso se me dificulta.
Observo: todo destruyéndose, en el lugar de las ruinas.
Observo: las lámparas del lugar, sobre el destartalo de la gente.
Pero al regresar, si no es que he regresado ya, mi madre estará allí, si no es que ya está ahí: ella, llena de reproches.
¿Quién soy yo?
Surgiendo de una vela encendida, un tocador de arpa. La vela está encendida frente a un espejo negro. Irrumpe un mediocre, idiota, compañero de colegio: el primero que conocí en el odioso lugar de los jesuitas donde estuve. Él, ahora, parece como que administra un cargamento de libros. No quiere entregarlos.
¿Y si imaginara que estoy entrando en un pic-nic?
Repito: ¿podré exprimir el vacío?

Lorenzo García Vega

Monday, December 13, 2010

La Muerte como Incesto


-El rey del frío. ¡El Rey del Frío!

Este Rey tendrá que ser sometido a un examen.

-OCULAR. Así mismo. En letras grandes. Y por una de esas letras aparece la foto de Pablo de Cuba Soria.

-Sale del marco de una puerta. Se desdobla.
 
O, lo que es lo mismo, oye, en la misma puerta, algunos ruidos.
Grita, entonces. 

Es una horrible pesadilla donde, en la siesta del Sábado, alguien se propone entrar.

-En la casa de la Abuela, que estuvo en el pasado,
Duerme con la madre, y siente la extrañeza de ese hecho. 
Se levanta. Sale. Camina por las calles del pueblo.
Al regresar –entra por la cocina de la casa de la Abuela-, encuentra que la madre, muerta ya hace algunos años, está al borde de un stroke: le giran los ojos, le giran los labios. 

Además, todo gira en torno a la cocina de la Abuela. Y, como se está al borde de la pesadilla, todo puede convertirse en lo horrible.

No se puede dejar de señalar que, indudablemente, no deja de ser una nota draculesca ese girar de los ojos, y de los labios, de la madre.

Pero, sobre todo, lo que horroriza es el dormir con la madre. Solo y durmiendo con la madre. La casa de la Abuela se ha vuelto el lugar del horror.
(La artritis que siento es espantosa. Tengo miedo a que me sobrevenga un stroke. Tengo miedo a lo horrible del incesto. ¡La muerte como incesto!).

Se me ha dificultado entrar por la puerta de la casa de mi Abuela. Lluvioso, el pueblo de mi infancia está absolutamente vacío. Así que fue, entonces, que entré por la cocina para, así, encontrar a mi madre enferma. Enferma, pero debido a una fantasía procedente del temor al incesto. 

El pueblo de mi infancia, repito, está bajo la tempestad; está lleno de vacío; no existe.

Repito que, por la artritis que estoy padeciendo, temo me sobrevenga un stroke.

¡La muerte como incesto! 

Lorenzo García Vega

Thursday, December 9, 2010

canción

desbordada de hielos, la noche y sus dientes, rompen todo el calor que yo quise acumular. una memoria de lo tibio, arruinada por el olvido invernal. ¿la noche y sus cajitas? la noche como cristal dormido ¿desdoblado? poblándolo todo, triturando tanta arena, tanta playa, tanto sol de 97 grados.
ya casi no gira, el recuerdo. dormido y acostado linealmente. nada que agitar. todo como plano, todo tan unidimensional.
¿qué es lo que estoy tratando de inventar? ¿un silencio? ¿su silencio? ¿no habrá sido, acaso, que su silencio me inventó a mi? y un verso, un verso que no puedo evitar: "viento masca en mecedora coja. el recuerdo, ¿dónde está?" 
casitas, como luces apagadas, adornadas de viento. era la navidad. y eran las montañas descendiendo de sus cielos, para saludar. ¿navidad? canciones como de juguete, memorizadas por todos. tan pequeños, y tan dispuestos a cantar. 
los días niños llegan, 
y yo, casi, 
no me acuerdo ya. 


Margarita Pintado

Tuesday, December 7, 2010

DICIEMBRE


- Son ella y la otra, concéntricas. ¿Lesbianas idénticas? 
Entonces la vida familiar, los recuerdos de la vida familiar, empiezan a girar.
(?).
Lo concéntrico. Pero ¿y si lo concéntrico pudiera terminar en fricción? 
¿Qué quiere decir el sueño? No lo sé. 
-Se amplifica, se amplifica el ruido de la máquina cortadora del césped. Y lo que resulta es el balón rebotando contra la pared, en la casa donde nací. Ese balón nunca se me ha olvidado, y con él me repetía y me repetía, siempre, un mismo cuento, idiota. Esto me hacía feliz. Fue en los años 1934 y 1935. 
-¿Y si pudiera escribir sobre el silencio? Un momento, en mi niñez: era por el mediodía (3 de la tarde), e iba a salir el tren de Jagüey. Entonces había un silencio, un segundo de silencio. ¿Cómo era ese silencio? ¿Yo inventaba ese silencio? Eso sucede muy pocas veces, por supuesto. 
Las medias en el suelo, sorprendidas dentro de un silencio momentáneo. 
También el reciclaje de un silencio: reapareciando como una grúa silente, en una tarde lejana.
--El silenco ha dejado de ser el que experimentaba frente a la colchocheta tirada en el solar yermo.
El silencio, ahora, puede ser el del instante -puede pasar un avión- en que recuerdo a la colchoneta tirada en el solar yermo. 
-En otro sueño me descubro, en una habitación, una mancha roja. 
¿No existe más que esa habitación? 
Lorenzo García Vega

Monday, December 6, 2010


-¡Cuidado! Un redondelito.

Eso sí que está bien.

Todo iría bien, si es que me metiera dentro del redondelito, y permaneciera dentro de él.

No hay que apartarse, me dice el sueño.


-Y espacio: cama, sueño, aire, estado de ánimo, donde la visión intentaría como una modificación. Pero, esto es difícil que se consiga.
¿Qué estoy queriendo decir? Ni yo mismo lo sé.

-Sueños: utilizarlos como trayectos, para contemplar lo mismo. 

Sueños: utilizarlos como superposiciones, para superponerlos a lo mismo.

-Distintas perspectivas de lo mismo (?).


-Enumeraciones de lo que pasa cuando no pasa nada (Perec.Ou.Li.Po). Una acera, una manera de sentir el sudor, un sueño lejano, un invierno en Jagüey Grande: enumerarlos, volverlos a enumerar.

-El espacio como juego donde imperaría la utopía de la enumeración. Los cristalitos del kaleidoscopio.


-Algo así como esto: el viejo trataría de concebir el Home donde vive como conjunto de cajitas que contendrían, reducidas de tamaño, las experiencias que tuvo, y las que ahora tiene.

-También reinventar sueños que pudo haber tenido, pero sin estar seguro de eso.

También, reinventar relato que nunca, del todo, se hicieron visibles.


-¿Estoy desvariando? Hoy con linda, fría, mañana de Sábado.


Lorenzo García Vega

Blog amigo. Unos rinocerontes vienen, desde lejos.


Margarita: 

Fierro y Sean Manning se colocan junto a nosotros. Peine del viento se titula una escultura de Chillida. Nosotros, como también somos traductores, vamos a darle la bienvenida al Fierro y al Manning, peinando al rinoceronte que nos unirá a todos, y esto hasta dejarnos irreconocibles,, de tan nuevos como vamos a lucir.
Los viejos del Home observan. Vale. 

Lorenzo

Blog del rinoceronte: http://somosfoesamis.blogspot.com/

Friday, December 3, 2010


DICIEMBRE 2

-“Miren que verse en el cuerpo de una hoja”. Título para una canción que cantaría un fantasma. Será a las 5 y 34. Ya habrá ocurecido.\
No habrá más nada que hacer.


PRIMER CAPITULO


El día de la entrada. Por supuesto que él supo por dónde entraba (había un caminito).

Pero un segundo después, ya en el Home, se le olvidó cómo había sido el lugar –caminito- por donde había entrado.

Esto fue a las 5 y 34 de la tarde. Ya estaba oscureciendo.
Un soldadito de plomo se había quedado atrás, dentro de una gran caja de madera (esto fue en uno de los años de su infancia), ahora el tenía la edad de instalarse en el Home.

Lo primero que vio, al entrar al Home, fue una nevera.

La nevera tenía 100 años (de eso quedó convencido desde el momento que la vio).

Pero ¿qué función podía tener, en un Home, una nevera de 100 años.

Abruptamente, termina este primer Capítulo que, por cierto, está ilustrado con el minucioso dibujo de unas florecitas silvestres, sobre las cuales asoma la cabeza de un conejo. 

“Todos los viejos son minimalistas”, acaba diciendo la última frase de este Capítulo.

El nombre del viejo es Emeterio Salitre.


Y, al volver a pensar en este Capítulo, no sólo me encuentro con la oscuridad total, sino también con la caída de una lluvia tenebrosa.


( Hoy encenderé una lamparita que está al lado de mi computadora. Hace tiempo que no sé cómo encender esa lámpara. 

Hoy, a las 7 y 34 de la tarde, le diré a Marta lo que me pasa con la lámpara, y ella la encenderá).

¿En qué clase de mundo estoy viviendo?

Después, ya bajo noche total, me tomaré un scotch. Uno solo. Ya sólo me tomo un trago. 

Lorenzo García Vega

Thursday, December 2, 2010

Demasiadas cosas en proceso. Tremenda falta de culminación. Palabritas. Coser. Kozer. La cojera, preguntándome en secreto, por el alma de los viejos. Yo no sé, pero a veces siento, que terminaré escribiendo la historia de unos muchachos arrugados en un Home.


¿Qué ha pasado aquí? ¿De dónde salieron tantos carros bancos? ¿Y los padres de palabras? ¿Y la queja de los versos?  Repito, ¿qué ha pasado aquí? Escucho canciones molestadas por el susurro de una hojita clandestina. Las mesas ya no aguantan tanto peso de miradas. Cansadas están, bsucando un poco de muerte. "Velad que las velas no te quemen las manos", dijo una sombra con sombrero. Sueño con su patio, lo lleno de flores amarillas y de matas matarilelas. Juegan, ellas, y al fondo, unos perros anónimos practican ladridos. Todo tuvo miedo.

Ahora, un dibujo. Se me ocurre un dibujo. Pero no soy buena con las formas, con los trazos. ¿Un dibujo que se dibuje solo? Tengo pulso de niña arrugada, como acostada por mucho tiempo debajo del agua.

Y la imagen queriendo ser tétrica en este día de alumbramientos opacos. Y el sol, como insistiendo en besarme la frente. El sol, mancha hipócrita temblándome la idea. 

 Hoy hace frío.

Margarita Pintado

La Muerte


Ayer la muerte, vela encendida afuera. 

“Pero de repente la misma vela [una vela que se había apagado] vuelve a encenderse al otro lado de la ventana y ella se despierta”, dijo F.M. Kelli que le había sucedido a una anciana moribunda.
 
Así que ayer yo sentí todo lo contrario que sintió la anciana: al ver la vela encendida, fuera de la ventana, yo creí que era la muerte.

¿Cómo sentiría el vacío, si yo estuviera enyesado?

Nunca llegaré a escribir la novela sobre los viejos que viven en el Home de los viejos.

No hay carros policiales. Ya lo dije. No veo ningún policía por este barrio donde vivo. Ya lo dije. 

¿Y si llegara a narrar la cronología de unos perros?


Aparece lo que pudiera ser una trampa imaginativa. Pero ¿qué es lo que pudiera ser una trampa imaginativa? Pero al llegar hasta aqui’, me callo. 

Sí, llega el sol, y me callo. 

En un email me dice Kozer: “Tengamos pese a la falta de tiempo y las / exigencias de rigor del / mundo exterior toda la / paciencia del mundo / para aguardar la / alucinación en la que / el padre aparezca”

Kozer me lo dice en verso, pero yo prefiero ponerlo en verso. La versificación me pone nervioso. Es un defecto mío, ya lo sé.

El reloj, la crucifixión. Cositas para inventar un poemita visual. Me miro las manos. Ya son las 11 de la mañana. ¿Qué hago?


Narrar con sabor de anacronismo: un viejo que se suscribe a un periódico viejo, inexistente ya. Esto como si apareciera en la página de un cómic. Habría un ramito de flores. Pero ¿de qué lejano rizoma llegaría ese ramito de flores?

Olor a un cartucho, que ya no sé por cuál rincón de mí mismo pueda estar. ¿Ese padre que Kozer hace aparecer, tiene relación con el olor de ese cartucho? Pero ¿cómo puede ser eso? 


Un raro volkswagen ¿Un raro volkswagen? ¿Un volkswagen amarillo? Y si fuera así, ¿es que vuelve mi obsesión con lo amarillo? 

¿Con cuántos puntos se relacionará el amarillo? Aquel amarillo, o sea, el que se apareció cuando estuve en el Hospital.

¿Y esta obsesión, con el amarillo, no es similar a la que tuve con una colchoneta tirada en un solar yermo?


Lorenzo García Vega

Tuesday, November 30, 2010


Vuelve 1934. La calle San Lázaro. El tío Pedro, empleado eterno, con su automovilito que iba, paso a paso, detrás del tranvía.


1934. Vuelvo a pensar en la película de los hermanos Marx.

Barberán y Collar, caídos del avión “Los Cuatro Vientos”. O es que tuvieron un accidente al aterrizar.

La postal en la puerta de la casa. Es la postal del repartidor de periódicos, felicitando por la Navidad (¡tan pronto!). 

El recuerdo de Adolph Menjou y de Carol Lombard. 1934. Yo creiá, desde el balcón de la calle San Lázaro, que podría dominar el tráfico. Enfrente, en una azotea, estaban dos boxeadores. Yo les grité. 

Los vecinos, los que recibieron la visita del hombre con el mono azul, ahora se quejan de lo que les pasó anoche (a las cinco de la mañana, alguien pretendió tumbarle la puerta de la casa).


Había un auto oscuro, en el año nuevo de 1935. La calle San Lázaro. El agua de un cubo, que alguien arrojó desde un tercer piso, le cayó en el techo al auto.
Todavía recuerdo el sonido del agua, cayendo sobre el techo.

Yo debo de haber quedado muy sorprendido.


El Tío Pedro, el empleado eterno, era meticuloso. Había que lavarse las manos antes de sentarse a la mesa.

Yo, a veces, creo que KH (el Maestro Koot Hoomi) está parado frente a la casa, en la esquina. 

Ese aire especial de los domingos. ¿He perdido la conciencia de eso?
Quisiera volver a encontrarme con la colchoneta tirada en el solar yermo. Pero eso no existe ya.

Se me asoma el comienzo de una obsesión. Si aumentara, me despedazaría. Pero se disuelve. 

Es Domingo, repito.

Tengo parciales. Si mi dentadura fuera completamente postiza, podría perderla.

En este momento, ya he dejado de pensar en el 1934.

Vuelve ese amarillo que me obsesiona. El amarillo que me sobrevino cuando me operaron del corazón, y que se mantuvo después, mientras estuve bajo terapia.
Las paredes amarillas, sobre todo. Convertí al lugar donde estuve, en un lugar amarillo (amarillo, me dije, fue lo que una vez pintó un loco. Quisiera volver a ver ese cuadro).

Una fonda en La Habana, en la calle Belascoaín. Nunca estuve, con mi padre, en ese lugar, pero hay un trecho del rizoma que simula una relación entre esa fonda, y el recuerdo de mi padre. 

Me meto dentro de mi mismo, y ya no sé nada.

En el sueño estuve en un balneario. Un balneario conducido por damas dedicadas a la cultura. 

¿Dónde estaba mi amigo Kozer?

Debido a la proximidad de la partida, sentía cierta ansiedad. 

¿Es que Kozer ya se había ido? 

Lorenzo García Vega