Regreso a la sala de cine, donde creo haber perdido mi chaqueta. La encuentro.
Lugar como una feria, con mi psiquiatra -una norteamericana que no sabe hablar español-, buscamos un lugar donde nos podamos sentar a conversar (ya he dicho varias veces que no aprendí a hablar inglés).
Me desplazo con gran ligereza, pero la psiquiatra me dice que estoy profundamente deprimido.
La psiquiatra es una aséptica figura, igual a las que aparecen en la tele, anunciando una pasta de dientes.
Lorenzo García Vega
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