o como un rostro hecho de hojas secas, con viento de otoño borrando tu gesto. ahora la calle es como un campo minado de amarillo y rojo crujiendo los pasos. y todos sienten el miedo de lo que se rompe. y todos posan como en angustia de ruinas. ¿y de dónde salieron tantos puentes? ¿y por qué será que la palabra puente tiene esa delicadeza que, un poco, duele? quizá sea porque no hay a donde cruzar. y el puente, la palabra puente, suena a malicia sistemática para los que sólo han sabido girar, y vivir en redondeles.
¿es tarde ya? me pregunto si mi Anima sabrá de mi. la mía es una casa hostil. últimamente sólo despido mi visita. y temo, temo que el Anima no se sienta cómoda aquí.
¿tan tarde? ¿ya?
quizá la nada ya sabía. quizá tú sólo eres un pedazo de una esquina en donde la nada tuvo una casa. sin paredes. una casa hecha solo de ventanas para los que siempre van, redivivos, recordando el sonido del agua queriendo empujar un muro. el inquilino piensa en una isla.
y vuelven las palabras como cordeles desnudos bajo un sol. adentro se insinúa que ya no hay nada que decir. ni nadie a quien vestir. ¿es esta la pobreza? se pregunta el inquilino.
tu cara sigue desdibujándose en viento enroscado de un otoño que te invento porque en la playa albina no entra lo rojo ardiendo caminitos. entonces, esto es un puente. y también es la antesala de una cajita de regalo con otoño para lorenzo. a él le gusta lo frío y lo seco. cajita de paisajes áridos disecando la palabra. estos días habrá que tomar mucha agua. hidratar una imagen puede ser un buen proyecto.
Margarita Pintado
Wednesday, October 6, 2010
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