Sin que me moviera. Ascendí hasta el techo -esto fue anoche, en un sueño-. Creo que logré la Atención, sentí mi cuerpo debajo. Era una inmovilidad tan absurda - estoy diciendo a como pueda decirlo - que casi, casi no tenía nada que ver con el Absurdo. ¡Un Absurdo que no tenía nada que ver con el Absurdo! Oía a lo lejos, como muchas veces me ocurre, la bocina de un auto
En un sueño anterior, pero que casi no recuerdo, un perfil lechoso, desleído, como si hubiese caído en un pozo. Dos gatos, encerrados en un saco sumergido en un pozo, eran la otra cara de un perfil de barba negra, perteneciente a un matador de mendigos.
Por la mañana salí e inmediatamente, al entrar en un almacén,me tuvieron que buscar una silla, pues la hipoglucemia me desplomó durante un buen rato, hasta que las pastillas de azúcar que me tomé, me hicieron efecto. Todo esto que estoy contando es tan real, que parece como si estuviera vviendo en lo irreal.
Lorenzo García Vega
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