El ruido granular de lo blanco untado con agua caliente. Son las 6:36 de la tarde. No se escucha el bamboleo de la máquina, ni las carretas, perplejas de su consistencia ante el tiempo. Es el arroz cocinándose despacio, como en son de cansancio, lo que jamaquea la memoria a esta hora. Empujada, y como revisitada por el "Viento masca en mecedora coja."
Entonces, los trompos, golpean (¿llenos de sed?) los bordes de un cartón que lee noche. Inútil mueca esa luz caminándome por los dedos. Aparece, tú, vencedora de cristales, en esta página queriendo ser papel.
Ya nada saluda como antes. Los gallos callados, y mi madre tan lejana, tan pequeña, tan como metida en mi mano. Insomnia el día desde un teléfono cualquiera. Desde muy chica, las cosas siempre se me van borrando. Me quedan unas líneas como tapadas por la sombra de un árbol en donde vivíamos, él y yo, delicados y felices.
Toda va retrocediendo. ¿Qué puede significar ahora volver?
"Rojo, tierra, ¿el recuerdo, dónde está?"
Margarita Pintado
Thursday, September 2, 2010
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