Hoy es viernes. Está nublado. Y pienso en franjas amarillas que temblaran un poco, sobre un fondo blanco.
Por supuesto, de lo que no voy a hablar es sobre locomotoras. Ni por asomo, me asalta nada que se parezca a una locomotora. Estoy atento a que no pase nada. Sé que no va a pasar nada.
Pero ¿de qué locomotora podría hablar? Solamente de una, en el pasado: en el Paradero de Jagüey Grande, frente a mi casa. ¿Qué más veo?
Dentro de unos minutos iré al Centro Comercial para cumplir con mi "paseo cardiaco" de todos los días.
Después, al regresar del "paseo cardiaco", oscureció temprano, con la luna desprendiendo un kaleidoscopio. ¿Para qué sirve todo?
Hay olores feos que saben a pensamientos feos pero, por suerte, apenas me doy cuenta de eso.
¿Alguna vez me he querido a mi mismo? Quizás en la infancia me quise a mí mismo.
Lorenzo García Vega
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