Meterse uno dentro del bolsillo. Una posibilidad. Aparecer, como Nicodemo, en el vientre de una madre, o en el vientre de Jagüey. Poco probable.
El regreso del grito. Una palabra descosida. Un bolsillo muerto. Hábrase visto paisaje más desolador.
Sí, Gregorio echó afuera un grito. Pero no era él lo que gritaba, sino lo otro, lo que no había podido ser. Él también se había inventado una mañana para meterse dentro de ella.
Una nube fría, sobre una hornilla. ¿Por qué me impacta tanto esa imagen?
El arte de hacer llover. Gotas como plastificadas.
Cerrar las cortinas. Cerrar, cerrar, guardar en el bolsillo todo el silencio.
Interrogar al niño que escupe soles.
Resignarse a esta eterna resolana de lo amarillo neón.
Margarita Pintado
No comments:
Post a Comment