¿Y qué estamos haciendo aquí?

Pues no se sabe bien, pero resulta que al escritor Lorenzo García Vega le ha dado por intentar una novela conmigo, una estudiante graduada quien intenta, entre otras cosas, escribir una tesis sobre la vida y la obra de este señor que ahora es mi amigo. Lo que irá apareciendo aquí es, en palabras de Lorenzo: "un zuihitsu en el que fuéramos relatando, a la manera de un diario en email, el relato de nuestra relación (una relación establecida por motivo de una tesis, pero donde, lo que estaría, fuera el invento que haríamos, tú y yo, de nuestro pasado y de nosotros mismos, como dos personajes de generaciones distintas que tratan de encontrarse, inventándose."

Tuesday, November 23, 2010

Ruinas


Con Mariano Alemany, Mangui, el amigo de la infancia que murió. ¿Hemos vuelto a la ciudad del pasado?


Hay un aire, ¡qué sé yo!, como de Ciencia-Ficción, y está el recuerdo de lo que me acaba de escribir Arcos: “Que me haya sentido o que el sentido se escape incesantemente”.


Es un inmenso, destruído, lugar. ¡Lleno de humo! Pero, con aire fílmico, el lugar. Un bric-a-brac. Por donde irrumpe, enorme, un sillón de limpia botas, también fílmico.


Mangui, mi amigo que murió, y yo, paseamos por la irrealidad,

así como antes paseamos por el pasado.


¿Hay, agrandada hasta tener el tamaño de una ciudad, una cajita de Cornell?


Por la calle Oquendo, una calle habanera, paseo con Mangui, Está destruída la calle, pero está viva la calle. Y, también, está la calle dentro de lo fílmico. 

Atravesamos, Mangui y yo, un aire de feria –feria fílmica-, y pasamos por enfrente de la casa del General Asbert, un veterano de la Guerra de Independencia cubana quien después llegó a ser Gobernador de la Provincia de La Habana, pero que después, con muchos sillones en la sala para que diariamente se sentaran sus viejos amigos, vivía en Oquendo.


Paradójicamente, es la ruina convertida en lo viviente. Paradójicamente, es la ruina sustentada por una maquinaria de la fantasía. ¿Se trata de la resurrección? ¿Qué clase de resurrección puede ser?


Este sueño me sobrevino, después de que por la noche me agarró una angustia espantosa, intolerable; una angustia y el terror a lo negro y, para siempre despedazador, de la muerte. 



Pero, después, la resurrección que tuve en el sueño fue una resurrección de hojalatería (Cornell agrandado, repito. El enorme sillón del limpia-botas).

Había unos travestis, colorinescos, paseando po un Centro Comercial. 
Había un matorral que, en Texas, me entregó Eduardo Espina. 


Yo no soy neo-barroco, me dije. Me dije, también, que Eduardo Espina podría arreglar este sueño. ¿Cómo? 

Lorenzo García Vega

1 comment:

  1. Lorenzo acabo de descubrir tu blog y me gusta muchisimo, lo seguiré diariamente.
    Gracias por compartir tu diario.
    Un abrazo.
    Pedro Portal.

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