¿Y qué estamos haciendo aquí?

Pues no se sabe bien, pero resulta que al escritor Lorenzo García Vega le ha dado por intentar una novela conmigo, una estudiante graduada quien intenta, entre otras cosas, escribir una tesis sobre la vida y la obra de este señor que ahora es mi amigo. Lo que irá apareciendo aquí es, en palabras de Lorenzo: "un zuihitsu en el que fuéramos relatando, a la manera de un diario en email, el relato de nuestra relación (una relación establecida por motivo de una tesis, pero donde, lo que estaría, fuera el invento que haríamos, tú y yo, de nuestro pasado y de nosotros mismos, como dos personajes de generaciones distintas que tratan de encontrarse, inventándose."

Tuesday, November 23, 2010

Proyecto inacabado de la ruina

"Pues repito, yo no tengo por qué hablar de la ruina...". Pero la ruina, siempre, tan perfecta en su cálculo siniestro de la resta. Durmiendo sobre todas las cosas. Arañando el tronco de los árboles. Arrugando la mirada.

1.
No, de la ruina no hay que hablar, sobretodo si es otoño. Donde pájaros y semillas. Cuando alas y picos. Y el canto de las hojas. Porque si algo hay que hacer, es darle voz a esa hoja seca. Dibujar el viento, encerrarlo en cualquier pecho, sembrar un árbol. Con todo lo absurdo que parezca, inventarse un número plástico en donde se concentre la anti-materia.


Falta poco. No se sabe muy bien para qué, pero se sabe. Falta poco. Trato de recordar lo que se quedó atrás y me asalta un rostro extraño, atrapado en un film que nunca vi. Me mira de lado, y suelta un secreto. Es un film surrealista, no cabe duda. Me robo las visiones del tren, y del pozo, y de una raya de pantalón a punto de soltar tremendo discurso. Todo se une, todo se desea, todo se rompe, todo se pelea, pero salen cosas: estación sin tren detrás de lo rosado, aviones de papel sobrevolando tu cabeza de niño, y un pozo entre tus manos. Del pozo sale una raya de rígida moda untada en vaselina: "---______-----______". La raya, elocuente, dice un saludo. El director de este film trata de representar la anti-materia. Ha pasado algún tiempo desde que recibo la visita de las anti-partículas, por lo que, practico la palabra en negativo. La anti-palabra en clave de des-lluvia. ¿Desgesto y vieja mueca? Vuelan campanas. Se vacía el sonido.


Quiero: 1. dibujar una boca escupiendo ramas secas, 2. vivir ventana, 3. saludar la colchoneta, 4. hacer el paseo circular de la pileta, 5. sentarme en el centro de un cuadrilátero de lluvia.
Pero parece que hablar de eso es regresar a la ruina. Por lo que, habrá que recogerlo todo, reclamar las frases, exigirle a la imagen un silencio de sepulcro.

2.
No sé, en este día, querer las cosas. Ellas me miran, como esperando un milagro, y yo les devuelo un vacío de mirada. Todo huye, espantado. No hay nada en el espejo, y la ventana tiene miedo. 
Y es que siguen cayendo. Yo no narro, yo reporto lo que se deja ver desde este lugar, y son hojas, hojas, y más hojas, y podría escribir la palabra hojas mil veces y tú aún no podrías ver este desfile absurdo de otoño en donde hojashojashojashojashojas hojas-hojas-hojas-hojas, hojas hojas, hojas
hojas
hojas
hojas
caen sin viento, pero caen, sumadas a esa orquesta punk de debajo de la tierra.
y yo no sé quién es el poeta Garamona, pero acabo de encontrar un verso bonito que me raya un poco algunas de mis líneas: "es que no tenía mensajes por encima de las cosas: la clave del silencio era el silencio".


Margarita Pintado

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