Oí esta voz en el sueño, a la hora de la siesta: “Después vino la boda, con el Príncipe Pop”.
Al intentar un ejercicio de imaginación activa con la voz, materializada frente a mí, lo que antes que nada sentí es que ésta, la voz, dudaba si convertirse, o no convertirse, en el Príncipe Pop.
(En el comedor, el ruidito del refrigerador estaba duchando a la posible sombra que, siempre, cualquier casa tiene).
Pero se decidió: la voz objetivada se convirtió en el Príncipe Pop.
¿Quién era el Príncipe Pop? Uno dudaba si era nadie. Uno dudaba si era inaudible.
Me pregunté si ese Príncipe Pop podía haber salido de aquel baúl que está en la casa de mi recuerdo, en el batey del Central Australia.
¿Quién eres?, le pregunté, entonces, al Príncipe.
Pero el Príncipe respondió como si no respondiera. Realmente, era que el Príncipe casi no existía. Razón por la cual, pocos segundos después, al irse, sólo dijo esto:
-Todo esto se reduce, al final, a un tono verdoso encapsulado en lo que, ruido de un tenedor al caer en una gaveta, no deja de ser negro. Compréndelo bien: lo verde oscuro es lo único que hay que entender. Lo verde oscuro es el Príncipe Pop...
Lorenzo García Vega
Monday, July 26, 2010
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment